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martes, 15 de octubre de 2019

El gobierno que viene



Empecemos por el final: el 11N habrá un gobierno PP-C's-Vox o PSOE-PP, trifachito o gran coalición, la fórmula que ya se ensaya en Andalucía, Castilla y León, Murcia y Madrid o la alternativa con que se nos viene machacando desde 2016. Si las derechas suman lo suficiente en un caso o si no les alcanza para gobernar solas, en el otro. No habrá en ningún caso gobierno de coalición progresista, aunque PSOE, Podemos y Más País obtengan en conjunto la mayoría suficiente. Pedro Sánchez y el PSOE no quieren compartir gobierno con la izquierda, nunca lo han querido, no pueden permitírselo. Desde el 28A ha habido mucho teatrillo, pero jamás ha habido voluntad de pactar un gobierno que integre a PSOE y Podemos. Por Podemos. Porque los partidos del régimen no se pueden permitir las narices de la izquierda recorriendo las estancias de los ministerios, singularmente los ministerios sensibles, esos que llaman ministerios de estado, Interior, Hacienda, Defensa, Exteriores, incluso Fomento y Trabajo, por la SS o los grandes contratos, más los servicios de inteligencia, allí donde siempre se han enseñoreado las cloacas, la podredumbre y la miseria, allí donde han campado en la penumbra, incluso en la oscuridad, quienes gobernaron este país desde abril del 39 hasta nuestros días, o allí donde se acumulan datos e informes de la putrefacción que afecta a las instituciones básicas del estado, desde el gobierno a la monarquía, desde el poder judicial a los cuerpos de seguridad, donde se guardan los grandes pactos tácitos, o explícitos, con los medios de comunicación o la banca, con las grandes empresas o las grandes consultoras. La reciente sentencia del Procès sólo cierra el cinturón preventivo. Es la última razón que verbaliza y justifica el fracaso de la construcción del gobierno de coalición progresista, pero no es la razón de fondo, hay otras razones y más fundamentales.
El 22 de marzo de 2018, es decir, hace un año y 6 ½ meses, sólo 18 ½ meses, nada, Pedro Sánchez fue entrevistado por Jordi Évole para Salvados. Había sido defenestrado de la Secretaría General del PSOE en octubre de 2016, es decir, 18 meses antes, en pocos días hará tres años, mediante una operación tumultuaria y esperpéntica encabezada por Susana Díaz, orquestada por todos los barones y aplaudida por Felipe González, por su resistencia a facilitar un gobierno de Mariano Rajoy (Felipe González defendía entonces, como defiende hoy, un gobierno de gran coalición PP-PSOE), con el entusiasmo, incluso el jolgorio en algunos casos, de los medios de comunicación, desde El País a La Vanguardia, el ABC, El Mundo o La Razón, T5 y A3, Cadena Ser, Onda Cero o la COPE. Nadie faltó al homicidio ni al entierro, sólo espantó a la gente llana, quien sin la izquierda no es nada, no es nada, pero sin la izquierda está, además, desamparada.
En aquella entrevista de Salvados afirmó Pedro Sánchez, sin vacilación, con rotundidad: “Hubo responsables empresariales que trabajaron para que hubiera un gobierno conservador”. Y también: “Determinados medios progresistas, como El País, me han dicho que, si hubiera habido un acuerdo entre PSOE y Podemos, lo criticarían e irían en su contra. La línea editorial de El País ha sido abusiva e, incluso, insultante en lo personal, no solamente en lo político”. En la entrevista en Al Rojo Vivo del 18 de julio último, preguntado sobre las denuncias, por parte de Pablo Iglesias, de presiones para impedir un gobierno de coalición PSOE-UP, dijo: “Claro que no, yo la única presión que tengo es la de mis convicciones”.
También había afirmado entonces: “He cometido errores: en el primer Comité Federal taché a Podemos de populistas. No sabía exactamente qué era Podemos. No supe entender a la gente que quiere renovar la política detrás de Pablo Iglesias. El PSOE debe mirar tú a tú y trabajar codo a codo con Podemos”. Y unos días antes de esta última entrevista en Al Rojo Vivo decía: “Pablo Iglesias no puede cumplir el compromiso de lealtad que exige el funcionamiento de un Gobierno, porque no controla a su partido, tiene discrepancias en su propia organización. Las posiciones políticas de Podemos son totalmente incompatibles con las del PSOE en cuestiones de Estado”.
En Salvados había afirmado: “España es una nación de naciones. Cataluña es una nación dentro de otra nación, que es España, como lo es también el País Vasco, y esto es algo de lo que tenemos que hablar y reconocer. Hubo conversaciones con los independentistas catalanes, pero no hablamos de referéndum. La solución va a llegar votando [una reforma constitucional]”. Y en la campaña del 28A se corregía asegurando que su modelo era el de una “España de las autonomías fortalecida”, porque “es el único modelo que garantiza la igualdad, la diversidad y la convivencia”, aparcando de ese modo su apuesta por un estado plurinacional, con el que, además, compareció en las primarias para recuperar la secretaría general. Más recientemente ha dicho que la monarquía de Felipe VI expresa los valores republicanos. Pedro Sánchez es hombre de ocurrencias creativas.
Todo esto al margen, y con independencia de las promesas electorales con que compareció en las elecciones de 2015 y 2016, que perdió estrepitosamente, o del 28A, relativas a la publicidad de las listas de amnistías fiscales del PP, la derogación de la ley mordaza, la reforma laboral y la ley de educación de Wert, de las que nunca más se supo. Respecto a la lista de amnistiados, dijo que la ley no permite publicarla, pero eso ya lo conocía cuando se comprometió. En cuanto a la derogación de la reforma laboral, Nadia Calviño, ministra de Economía, afirmaba el 30 de mayo ante la Asociación de Periodistas de Información Económica: “No es productivo deshacer, revertir o reformar las reformas”, y el 11 de julio en Onda Cero volvió a insistir en que la reversión “no resuelve los problemas que tiene nuestro mercado laboral” e insistió en “empezar de cara al futuro”, refiriéndose a la aprobación de un nuevo Estatuto de los Trabajadores.
¿Qué ha sucedido en todo este tiempo? Desde la entrevista en Salvados hasta el día de hoy. ¿Qué ha operado en el cambio de opinión y de posiciones? La respuesta es simple: Pedro Sánchez se ha instalado en la Moncloa y ha descubierto que es necesario calzarse con unas buenas botas impermeables, de esas que llegan a la cintura, y taparse la nariz, para moverse por las habitaciones del palacio o las de los ministerios, especialmente las de los ministerios más sensibles. Pedro Sánchez ha descubierto que Moncloa y los ministerios, singularmente los de Estado, son piélagos de inmundicia, que se acumula desde tiempo inmemorial y que los diferentes inquilinos, fueran del PSOE o del PP, han silenciado en defensa de espurios intereses de partido. Con el mutismo, PSOE y PP se protegen, y aseguran la prolongación del bipartidismo que tanto les ha rentado.
Felipe González decidió con entusiasmo apoyarse para su gobierno en la estructura franquista de los ministerios de Interior y Defensa. Sin empacho, aunque muchos fueran torturadores. Incluso distinguió con medallas a policías vinculados con el asesinato de demócratas antifranquistas, cual Enrique Ruano. Con esa losa terrible han cargado y cargan todos los gobiernos desde el 78, seguramente el PP con arrebato, sin que ninguno haya adoptado las decisiones necesarias para que su regeneración democrática.
En 4 años que han gobernado en el Ayuntamiento de Madrid, Manuela Carmena y Ahora Madrid, Más Madrid en la actualidad, han destapado y llevado a los juzgados irregularidades y delitos en todas las áreas de gobierno importantes: Mercamadrid, Calle 30, Bicimad, Funeraria municipal, Empresa Municipal de la Vivienda, y por ahí andan en los juzgados, aunque con diversa suerte, porque hay juzgados y tribunales, como el Tribunal de Cuentas, que no están dispuestos en colaborar en el levantamiento de alfombras. Ésta es la verdadera razón, aparte de las rencillas intestinas, que ha desalojado a Más Madrid del Ayuntamiento: no podía permitirse la derecha un sólo día más lejos de la granero que siempre ha surtido sus bolsillos y no podía permitirse, sobre todo, un día más de democracia.
Desde el año 78, no hablamos de los 40 años de franquismo, cuando la corrupción y el nepotismo eran la forma de gobierno, pues desde el año 78, PP, o sus marcas alternativas, y PSOE se han alternado en el gobierno de España. En las campañas electorales o desde la oposición, ya en el Congreso, se han acusado de todos los males y corrupciones, pero nunca, cuando llegaron al gobierno, jamás destaparon un solo caso. Ninguno. Llegaban a la Moncloa y todo estaba perfecto. Retocaban la decoración y el mobiliario, eso sí. Nada que decir. Uno de los últimos casos lo referimos en nuestro anterior artículo De patrañas y patrañuelos: “Esto la fiscalía te lo afina”. Al parecer, Fernández Díaz, el ministro de la Policía Patriótica, no había cometido irregularidad alguna o, si la cometió, el PSOE no la denunció ni tiene el propósito de denunciarla: Marlaska ha dicho que ya no hay policía patriótica (la hubo, por lo tanto), pero ahí queda todo, nada que añadir, aunque el ministerio sea una sentina.
¿No tiene nada que decir Margarita Robles de sus antecesores en Defensa, María Dolores de Cospedal y Pedro Morenés, que recurrieron a importantes créditos extraordinarios para saltarse los Presupuestos Generales del Estado y adquirir armamento? ¿Nada especial que indagar sobre Morenés, quien cerró personalmente con Arabia Saudí la venta de bombas racimo, fabricadas por la empresa en había sido consejero? ¿Qué ocurre con la corrupción en el Ministerio, denunciada por el teniente Luis Gonzalo Segura y expulsado del ejército por ello? Los que hicimos la mili sabemos cómo mejoraban su patrimonio los mandos intermedios con los trapicheos. ¿Por qué no merecen investigación los contratos que comportan sistemáticamente comisiones a los militares involucrados, altos mandos en estos casos? ¿Qué sucede con el acoso en el ejército y el abuso de poder? Conocemos el caso de la comandante Zaida Cantera, forzada a pedir la baja en el ejército por una denuncia, y sólo es el caso más visible, hay decenas. ¿Qué impide garantizar el talante democrático de los mandos, que, en cuanto su nómina no corre peligro, porque pasan a la reserva, por ejemplo, no tienen dificultad a manifestar su devoción por el caudillo Francisco Franco, promoviendo manifiestos, por ejemplo? ¿Por qué se sigue vendiendo lotería lotería de navidad con la efigie de Franco en los cuarteles? ¿No hay nada que hacer? No hay nada que hacer.
Podríamos hacer un tomo de 500 páginas para describir el piélago de inmundicias que sobrevive tras el silencio de la Moncloa y sus ministerios. Y con sus despropósitos, muchos más propios de Berlanga, como el caso del pequeño Nicolás. Cualquiera puede reunir su saco de basura, éste es un país en el que abunda la basura. Pero sólo un detalle más: ¿quiénes forman parte de los consejos de administración de las grandes empresas del Ibex35, especialmente, del sector energético o de telefonía y consultoras? Exministros del PSOE y del PP que se desempeñaron en esas áreas. También hay algún presidente del gobierno.
Villarejo afirmó que, si él descubriera todo, incluso sólo una parte, de lo que sabe, se tambalearía el estado y la monarquía. Villarejo es un delincuente que ha sido parte constitutiva de las cloacas de Interior, pero su afirmación no es una baladronada, sino una amenaza. Que los defensores del fundamentalismo constitucionalista se nieguen a investigar las evidencias de corrupción de la monarquía da fundamento a la amenaza.
PSOE y PP jamás permitirán que ninguna fuerza política regeneradora, descontado C's, que sólo es una banda de charlatanes, ninguna fuerza dispuesta a mover alfombras y deshollinar chimeneas ocupe sillones en el Consejo de Ministros. En cada ocasión habrá una excusa, ahora está la postura que pueda adoptarse respecto a la sentencia del Procès, pero las verdaderas razones son las de su supervivencia, su modo de moverse por las alcantarillas, que es incompatible con la decencia, incluso, si se apura, con la democracia. Que la democracia española sea de tan baja calidad tiene mucho que ver con eso.

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