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jueves, 10 de octubre de 2019

De patrañas y patrañuelos





Según el DRAE, patraña es una “invención urdida con propósito de engañar” y “relato breve de carácter novelesco”. No recoge patrañuelo, pero es de significado deducible, podría aceptarse como sinónimo amable de patrañero o como contador de patrañas. Juan de Timoneda, autor de El patrañuelo, define así patraña: “Una fengida traza, tan lindamente amplificada y compuesta que parece que trae apariencia de verdad”.
Pues eso. Subrayamos apariencia de verdad. Ahora vayamos a lo nuestro:
Esto la fiscalía te lo afina”. El Fiscal General del Estado, el Fiscal Jefe de la Comunidad Autónoma correspondiente, el gorrilla de la fiscalía, la fiscalía, en general. Seguramente se nos ha olvidado, olvidamos con rapidez los trapicheos de los pillos y desalmados, pero es una frase reciente, de junio de 2016. La pronunció Jorge Fernández Díaz, entonces ministro del Interior con M. Rajoy, en su despacho, cuando dialogaba -o mercadeaba- con Daniel de Alfonso, en la ocasión Jefe de la Oficina Antifrau de Catalunya (o sea, Jefe de la Oficina Antifraude de Cataluña, antifraude, antifraude) sobre la oportunidad de filtrar datos de políticos catalanes soberanistas. Entonces, antes y, seguramente, ahora, había fiscales, muy principales, que “afinaban” informes y denuncias contra políticos rivales del PP, especialmente catalanes o de izquierdas, echando mano de las cloacas que manejaban unos pocos policías, Villarejo entre ellos, aunque no el único, hay muchos Villarejo sin nombre ni apellido por las comisarías españolas.
Y había jueces, los hubo antes y los sigue habiendo ahora, que no tenían empacho en abrir sumarios con aquellos materiales ponzoñosos. O con propósitos partidistas, de política de partido. Y periodistas, que han desparramado con entusiasmo los basurales por los medios, como paradigma de una versión moderna del alguacilazgo. El informe PISA, por ejemplo, seguramente también lo hemos olvidado ya, el acrónimo de Pablo Iglesias Sociedad Anónima, todavía sigue dando juego por ahí. Se ha filtrado que fue un policía próximo a Cospedal el redactor del libelo.
Esto la fiscalía te lo afina”. Ya. Y todavía quieren que no pongamos en duda el trabajo de la Policía, o la Guardia Civil, de los fiscales o de los jueces, cuando surge algo tan oportuno, por el momento político y los acontecimientos por venir, como lo del terrorismo catalán de los CDR de estos días. “Esto la fiscalía te lo afina”. La Fiscalía, la Policía, o la Guardia Civil, o los jueces. ¿Los jueces, no? Entonces tampoco recordamos que Ignacio González, el expresidente de la Comunidad de Madrid, y otros de su banda, maniobraban con Rafael Catalá, ministro de Justicia con M. Rajoy y el PP, para distribuir y colocar a jueces afines en juzgados de su interés, personal y partidario.
Esto la fiscalía te lo afina”. La fiscalía o quien corresponda, que no siempre le corresponde a la fiscalía. En el famoso juicio del Caso Noos le tocó a la abogacía del estado aclarar que Hacienda no somos todos, no confundir propaganda con igualdad y justicia, para librar a la Infanta Cristina y a la Casa Real de sus implicaciones en el asunto. Y en el caso de las comisiones de Juan Carlos I le tocó al PP, PSOE y demás partidos “constitucionalistas” impedir que una comisión parlamentaria investigase la corrupción en la monarquía. El rey, y su camarilla, aunque esté podrido, es intocable. Nos hacen comer mierda, y la comemos entusiasmados, como aquellos personajes de Saló, de Pasolini, acaso porque quizá, como la odiosa república mussoliniana, estamos en las diez de últimas.
No hay tramas, diremos, porque repugna a la democracia, al estado de derecho y a la inteligencia, no hay tramas ni conspiraciones entre jueces, fiscales, policías, o guardias civiles, abogados, periodistas y determinados políticos, para la construcción de sumarios o la organización de operaciones al objeto de señalar a determinados partidos políticos o colectivos sociales, adversarios o rivales del PP, esencialmente, pero también del IBEX, la patronal, la banca, periodistas y medios de comunicación, en estos basureros se manejan estupendamente algunos medios de comunicación, etc, lo que podríamos llamar la nervadura del sistema. O de quienes ponen en entredicho el relato del sistema, el régimen y la transición, tres verdades absolutas e intocables.
No hay tramas ni hay conspiraciones. Cierto. No se reúnen un representante, o varios, de cada uno de los colectivos para coordinarse y diseñar planes de actuación contra sus adversarios. Cierto. Pero sí hay un relato común, que no necesitan consensuar, porque es el relato que los sostiene, en el que todos saben cuál es su papel. Como sucedió con la financiación por las dictaduras de Irán y Venezuela a Podemos, que fracasó por su burda inconsistencia, aunque todavía anda por ahí dando la matraca como si fuera nuevo, porque de esto también se trata. Y como sucede ahora con la cuestión del terrorismo catalán. El asunto catalán de repente ha devenido en un problema terrorista. Y el terrorismo ha sido el problema central de España en los últimos 40 años, que ha condicionado políticas y libertades. Han acordado, sin acordarlo, que el independentismo es el enemigo común y todos saben cuál es su papel en el combate, cuál es su renglón en esa historia, de Vox al PSOE, de la policía a la judicatura, de los periodistas a los bufones, de los politólogos a los charlatanes, de las tertulias a las charlas de cafetería, y lo ejecutan. Y todos se protegen y se justifican, todos forman parte de los poderes del estado, todos sirven al estado. O todos sirven al trampantojo que de sí mismo ha diseñado el estado, todos sirven a la confección de la urdimbre de la patraña en que hemos convertido la realidad. El independentismo catalán, que ya era golpista, empieza a dar muestras de una peligrosa deriva terrorista. Pedro Sánchez ya ha sentado que España es una república presidida por Felipe VI, tomemos nota. Y Carmen Calvo, la ministra de la fracasada negociación del gobierno de coalición, ha dejado claro que, gracias a la transición, “salimos de una manera tan brillante de una dictadura a la democracia sin un solo roce de violencia, salvo ETA”, aunque dispongamos de una lista -seguramente incompleta, porque algunos dan cifras mayores, de hasta 188, y más- con ciento treinta y cuatro nombres, personas, españoles asesinados por las fuerzas de seguridad del estado o la extrema derecha durante la transición precisamente: el primero es Ignacio Etxave Orobengoa, ultimado por pistoleros de extrema derecha el 05/10/75, y el último es Pablo Garayalde Jaureguizábal, tiroteado por la Triple A el 02/01/82, y en medio figuran estudiantes, trabajadores, abogados, los de Atocha, por ejemplo, ¿nos acordamos de aquél 24 de enero de 1977 o ya lo hemos borrado como Carmen Calvo?, 134 en total, o 188. ¿Hemos olvidado que los GAL fueron una creación de los aparatos del estado, que sus miembros eran policías, guardias civiles, militares y agentes de inteligencia, a cuyo frente estuvieron, desde octubre de 1982, Rafael Vera, José Barrionuevo y Felipe González? Tras Barrionuevo vino José Luis Corcuera, el de la patada en la puerta, y lo precedieron Juan José Rosón, Antonio Ibáñez y Rodolfo Martín Villa, el de la matanza del 3 de marzo -3/3/76- de Vitoria. Lo hemos olvidado, porque olvidar es imprescindible para construir un relato que sustituya la realidad y la Historia. La primera exigencia del relato, para que parezca verdad, es la desmemoria. Y hoy todo es relato. La lezotecnia es condición necesaria para la construcción del relato.
Uno, que es de pueblo, recuerda, y tiene pruebas de ello, que en su niñez la Guardia Civil estaba al servicio de los señoritos y del chivato local del Movimiento. Ay, de los robagallinas, mariquitas y osados, que se atrevían a decir una palabra más alta que otra. Entonces el estado eran los señoritos y el Movimiento, es decir, Franco, o el franquismo, la derecha, los de siempre, y su cohorte nacionalcatólica. Ahora los señoritos han mutado y son banqueros o empresarios del IBEX 35, y los poderes del estado los sirven a ellos, todos los poderes del estado. Aquella Guardia Civil es la misma que disparó en el Tarajal el 06/02/14 contra un grupo de 200 inmigrantes, que trataba de acceder a nado a Ceuta, causando 15 muertos, la misma que pretende defender ante los jueces de la acusación de homicidio el gobierno provisional de Pedro Sánchez. Uno también tiene presente la curiosa “confusión” que condujo a la tortura y asesinato de tres jóvenes en Almería el 10/05/81, por poner unos ejemplos entre muchos otros, o que Intxaurrondo era un cuartel bajo mando de la Guardia Civil. Y recuerda el asalto al Congreso el 23F, un asunto no menor, las vinculaciones de algunos de sus jefes y números con el narcotráfico gallego, onubense y algecireño, los festejos con Tejero o la bandera franquista y esos gritos de “A por ellos” bastante recientes. Ya sabemos que eso de que la RAE “limpia, fija y da esplendor” es una falacia, y es otra falacia que la Guardia Civil sea un cuerpo benemérito. Quien dice Guardia Civil dice Policía, porque ambos institutos participan del mismo relato, y por la existencia de la prodigiosa rama asentada en Interior denominada Policía Patriótica. Las fuerzas de seguridad vertebran la estructura del miedo, que surge de la amenaza permanente del terrorismo. El terrorismo sirve para un roto y un descosido, si se trata de recortar libertades o imponer una visión de país más franquista que democrática. Lo de la España indivisible, como la virginidad de María, es un dogma, del franquismo en este caso. España no es Una, sino muchas, que se tienen que poner de acuerdo.
Esto la fiscalía te lo afina”. En realidad, sólo es una frase para propiciar chistes. En el Ministerio del Interior, en el despacho del ministro nunca ha pasado nada, fue una conversación privada, sin mayor trascendencia, no había nadie tras los papeles que la fiscalía podría acabar afinando. Nunca hubo policías corruptos elaborando documentos, ni fiscales ni jueces cómplices con la corrupción acompañando. Ni pregoneros en las redacciones de los periódicos. Sustituyó Juan Ignacio Zoido a Jorge Fernández Díaz y no supimos que hubiera pasado nada. Llegó Fernando Grande Marlaska, éste nombrado por el PSOE, y tampoco sucedió nada. En el Ministerio del Interior, sea cual sea el ministro, sea cual sea el gobierno de España, de PP o PSOE, nunca pasa nada, no hay alfombras que levantar, ni basura que remover, ni habitaciones que airear, aunque haya extensas áreas del ministerio convertidas en excusados y cloacas. La vírgenes condecoradas mantienen sus medallas. Y los policías corruptos, incluso los torturadores, como Billy el Niño, y asesinos, los de Enrique Ruano, por ejemplo, o los periodistas serviles y lagoteros, como Marhuenda. Los informes... ¿qué informes? Los montajes... ¿quién preparó nunca un montaje? Todo está bien como está.
Esto la fiscalía te lo afina”. En algunos casos, con éxito y en otros cosecha estruendosos fracasos. Alfon resultó bien y está en la cárcel, pero fue un montaje, de los que se llaman de manual. Lo de Straight Edge, los anarquistas veganos, en 2015, fue un fracaso, y todos resultaron absueltos, pero Nahuel pasó año y medio en la cárcel, acusado de terrorismo. O la operación contra Al Qaeda en Cataluña, en 2003, que detuvo a una inquietante célula terrorista con dos bombonas y una garrafa de productos peligrosos, que resultaron ser meros artículos de limpieza. Lo de Alsasua, que convirtió una pelea de bar entre beodos en terrorismo, resultó a medias, no coló lo del terrorismo, aunque gracias a lo del terrorismo asumió el caso la Audiencia Nacional, pero coló lo de atentado a la autoridad, y eso es lo que acaba de confirmar el Tribunal Supremo, corrigiendo a la Audiencia, aunque habrá que esperar a los tribunales europeos, que acostumbran a dejar en ridículo a la justicia española, como sucedió con las órdenes de detención contra algunos políticos catalanes (aunque esto requiere una reflexión aparte y dará lugar a otro recorrido, teniendo en cuenta que habrá sentencia en los próximos días sobre delitos, que el tribunal sentenciador retiró a los huidos). El caso de los Titiriteros de Madrid, a principios de 2016, en plena campaña de acoso contra Manuela Carmena y Ahora Madrid, con la excusa de la Concejalía de Cultura, que no llegó a ser juzgado, pero que los mantuvo encarcelados una semana, en régimen especial de aislamiento por haber sido acusados de exaltación del terrorismo, el ridículo infame de un juez y una fiscal, también de la Audiencia Nacional, que siguen en sus puestos. Hay más historias, pero bastan éstas para ilustrarnos sobre terrorismo en España en los últimos años.
El terrorismo se ha convertido en una forma de gobierno.
El terrorismo sirve para muchas cosas. Por ejemplo, para que Ángeles Pedraza, una señora que no pasó de la ESO, pero que alcanzó la presidencia de la AVT, y eso en el PP tiene su importancia, sea nombrada Gerente del 112 en Madrid, un organismo autónomo con cientos de funcionarios y empleados, o para que Pilar Manjón, presidenta en su día de la Asociación 11M Víctimas del Terrorismo fuera perseguida, acosada y amenazada de muerte por no aceptar la ominosa versión que convertía a ETA en responsable de los atentados del 11 de marzo de 2004.
El terrorismo también es una forma de vida. Para muchos partidos políticos, PP, C's, PSOE, Vox, para muchos policías y guardias civiles, para muchos jueces y fiscales, para medios de comunicación. Sus cuotas de poder, actuales o por venir, o sus nóminas se nutren de la persistencia del terrorismo. Sin terrorismo, unos deberían hacer política y otros deberían ocuparse de sus trabajos.
Con el terrorismo se apagan las luces y se despide a los taquígrafos. Se hurtan los debates y cualquier discrepancia se convierte en una amenaza peligrosa. Ahí la ley mordaza cumple su impagable función de achantamiento. Que le pregunten a Raúl Capín, fotoperiodista, acusado de agredir a un policía cuando hacía el reportaje de una manifestación en 2013, pendiente de juicio. O a Jorge Verstrynge, detenido en la manifestación por la república el día de la proclamación de Felipe VI en junio de 2014, acusado de agredir a un policía y luego absuelto.
Así que el terrorismo ha llegado a Cataluña. Para quedarse o mientras dura lo de la sentencia y las elecciones, eso lo dictarán los intereses espurios de unos y de otros. Si se lo consentimos.
Patria, de Fernado Aramburu, es una novela que tuvo éxito porque establecía el relato oficial del terrorismo etarra. De haber contado otra historia, habría pasado sin pena ni gloria. Pues por Patria sabemos que todo terrorista es un imbécil. Por el auto del juez García-Castellón de la Audiencia Nacional sabemos, además, que los Comités de Defensa de la República, catalana, se entiende, o CDR, son una especie de trasunto de Mortadelo y Filemón, que hacen pequeña a la agencia TIA del tebeo al constituir los Equipos de Respuesta Táctica, o ERT, para sus tropelías.
El Mundo dice que el CNI catalán se proponía financiar el asalto al Parlament y ABC, que los ERT disponían de materiales para fabricar Goma 2 en sus casas. Ahí es nada lo del CNI catalán, el CNI o la TIA. Ya. Bueno, Goma 2 no, un sucedáneo, porque la Goma 2 sólo se puede fabricar por procesos industriales por su inestabilidad. ETA nunca fabricó sus explosivos, los robaba, como los terroristas del 11M, que los consiguieron trapicheando con una mina, pero estos de los ERT, aunque son idiotas, han aprendido a fabricarlos con materiales adquiridos en la droguería del barrio. Según ABC, un periódico que sobrevive de la publicidad institucional y de los publirreportajes empresariales. ABC y el Mundo no se enteraron de que Abdelbaki es Satty, imán de Ripoll, que dirigía el grupo de terroristas que actuó en Barcelona y Cambrils, era confidente del CNI, el español, CNI de España, dirigido por Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del gobierno con M. Rajoy.
En el registro realizado por la Guardia Civil en Sabadell se encontraron nitrato de amonio, óxido de hierro y acetona, es decir, material de pirotecnia. “El local es propiedad de la familia de uno de los detenidos, que participa en las actividades de las diversas entidades de la ciudad y que utiliza el almacén para guardar elementos de los grupos”, según la Comisión de Fiestas de Sabadell. Se incautó material pirotécnico y “una urna, presuntamente utilizada en el referéndum del 1-O”, según la Guardia Civil. La urna es un elemento muy peligroso.
El 10 de abril de 2018, una decena de agentes de la Guardia Civil asaltaron el domicilio de Tamara Carrasco, activista del CDR de Viladecans, y la detuvieron, acusada de rebelión, sedición y terrorismo. El mismo día, otro grupo de agentes repitió la operación en el domicilio de Adrià Carrasco, en Esplugues de Llobregat, que huyó y se exilió en Bélgica. Allí sigue. Ambas operaciones fueron ordenadas por la Audiencia Nacional, por lo del terrorismo. Entonces los CDR ya apuntaban al terrorismo. Tamara Carrasco permaneció detenida e incomunicada 48 horas, y se le impuso el confinamiento en su ciudad, salvo para comparecer semanalmente en el juzgado de Gavá. El caso ha pasado a los juzgados ordinarios, porque ha decaído la acusación de terrorismo, reduciéndose a posibles desórdenes públicos, posibles desórdenes públicos, posibles.
¿En qué va a acabar todo esto de los CDR o ERT? Cualquiera sabe. Depende de cómo les salga. Si les sale bien, igual se montan un 155 o una aplicación de la ley de seguridad nacional que no se la salta un burro. Hay mucha experiencia ya en esto de pergeñar montajes. O igual son idiotas de verdad estos de los CDR y pensaban atentar, mandar bombas por correo y asaltar el Parlament. Con lo fácil y poco arriesgado que resulta colapsar una ciudad, una institución o un estado con un simple hackeo, del sistema eléctrico, de la distribución de agua o del tráfico, por poner sólo unos ejemplos. Pues serán idiotas. O quienes han montado la operación quieren hacernos pasar por idiotas a todos nosotros. Quién lo sabe. En el fondo todo es un relato, una patraña, o varias patrañas que construyen y sostienen los trampantojos de Cataluña y de España.
En último caso, siempre lo puede afinar la fiscalía. Al cabo.



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