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lunes, 7 de noviembre de 2011

Breves


1.
Cuando paseamos, Gaia camina con un trotecillo rápido, corto y constante. Puka, que la antecedió en la familia y era de raza pastor alemán, algo así como cuatro Gaia, tenía, sin embargo, un paso largo. De Gaia se escucha el leve roce de las uñas en la acera, mientras de Puka se oía el golpe poderoso de sus almohadillas contra las baldosas o el asfalto. Los perros han adaptado su tranco al paso de los humanos.

2.
Hace dos semanas alguien me envió un correo para insultarme. Desde una supuesta globosfera-solidaria@hotmail.com. Me acusaba de tener sólo 7 seguidores (ya tengo 9) y de querer comerme al mundo, mientras el interfecto tenía más de 4.000, aunque no hay un lugar en internet con ese nombre para poder comprobarlo. La verdad es que tengo más amigos que seguidores y tengo, además, tres hijos y una perra, es decir, una cuarta hija con cuatro patas. Ésta, ciertamente, no me lee, pero me soporta y tiene el poder de hacerme pensar con su silencio. Ladra poco, yo diría que no ladra, mientras este país se nos llena de insultos y escupitajos. El correo, que “criticaba” la crónica sobre la manifestación del 15O, concluía: eres un cabrón y un hijo de puta, términos muy adecuados para la discusión social o política. Algunos se empeñan en dejar más neuronas en desuso que mi perra, así que deberían revisar, si la hay, la vigente ley de protección animal de la Comunidad Valenciana, porque la de Esperanza Aguirre no contempla en su articulado a las cucarachas. Yo, tampoco.

3.
Mi hija, cuando le comento el incidente, me remite a este párrafo de Adorno en Filosofía y Superstición: "El concepto de opinión pública, a pesar de sus muchas significaciones, es aceptado amplia y positivamente. El de opinión en general, transmitido desde Platón por la filosofía, está libre de toda valoración en cuanto que en su consecuencia pueden las opiniones ser falsas o correctas. A ambos se enfrenta la representación, frecuentemente vinculada con el concepto de prejuicio, de las opiniones patógenas, degeneradas, demenciales. Según esta sencilla bisección habrá de un lado algo así como opiniones sanas, normales, y por otro lado las de naturaleza extremada, excéntrica, extravagante. En América, por ejemplo, los pareceres de ciertos dispersos grupos fascistas son tenidos por pareceres de un “lunatic fringe” de un borde enloquecido de la sociedad. Sus panfletos, entre cuyo bagaje intelectual cuentan, a pesar de cualquier refutación, los asesinatos rituales y los protocolos de los Sabios de Sión, pasan por “histriónicos”. De hecho apenas puede ser pasado por alto en tales producciones un momento de extravío, que es precisamente el fermento de su eficacia. Y, sin embargo, es esto lo que debería provocar desconfianza contra una consecuencia, bien pulimentada, de tan extendida representación: que por necesidad vence en la mayoría la opinión normal a la demente".

4.
Internet se ha convertido en un campo de batalla lleno de trincheras. Dos, por ejemplo. La de los poetas que no escriben -seguramente tampoco han leído- poesía, sino párrafos de líneas cortas, como si escribieran sobre rollos de papel higiénico. O la de los políticos de salón que radiografían y proyectan cada día un país, pero que saldrían corriendo y se contentarían con conversaciones de fútbol y toros si ese proyecto de país exigiera su compromiso. Es decir, "poetos" o poetastros y diletantes cantamañanas. Estas dos trincheras se desencuentran en una: Gabriel Celaya, La poesía es un arma cargada de futuro. Contra las manos manchadas, Celaya sabía del jabón neutro de Marsella.

5.
Pedro Ojeda, analizando un pasaje del Poema del Mio Cid, planteó el otro día una reflexión sobre deber y compromiso. Me sorprendió que todos comentáramos como si la reflexión se refiriese a los otros, no nos aludiera a nosotros. Es curioso, casi nunca nos sentimos interpelados. Y me digo: Si no nos interpela el Poema del Mio Cid, cómo nos van a interpelar los mercados. En ese contexto, la gente del 15M no pasarían de entretenidos diletantes.

6.
Pues yo sí creo en el ser humano. No es fe, es convicción fruto de la experiencia. He conocido -y conozco- a más de uno que convierte en acción sus palabras. Qué jodíos los del 15M.

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