La libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix, Le Louvre
1.
El viernes visitamos la exposición de Delacroix que, desde el 18/10/11 hasta el 15/01/12, propone CaixaForum de Madrid. Aunque resulta de la colaboración con el Museo del Louvre, no figura entre los cuadros La libertad guiando al pueblo. Sin embargo, todos son tan reconocibles como éste. Aunque algunas pinturas recuerdan el clasicismo italiano, por sus fondos planos y sombríos, en general uno es consciente de estar ante el romanticismo y la revolución que convulsiona en ese momento a la sociedad francesa. No queda nada de la pintura palaciega y de encargo que lo preceden, sino que nos presenta la dureza de la vida cotidiana y los esfuerzos del hombre para sobrevivir. En todos los cuadros, se percibe la determinación y la lucha. No hay escenas contemplativas ni de estudio, en todas sale el pintor a la calle y capta al ser humano en movimiento, en plena actividad, en la dura pelea consigo mismo y con el entorno. Delacroix no ofrece una mirada neutra, sino que adopta una posición ideológica, se mezcla con sus personajes y se pone de su parte. Cuando terminas la visita, tienes la sensación de haber realizado un gran trabajo. Estás sofocado. Y con la seguridad de haber sido interpelado. No es posible mirar solamente, hay que tomar decisiones, optar y comprometerse.
2.
Las diferencias entre la teología de la liberación y la jerarquía católica no son de interpretación doctrinal o teológica, aunque algunos lo disfracen de eso, sino de perspectiva. La jerarquía pone ante los hombres el plan salvador de su dios, mientras los de la teología de la liberación se sientan con el hombre, convocan al dios hecho hombre, y entre todos diseñan y acuerdan el camino que los repondrá en el paraíso. Por eso la jerarquía se alía con Franco, Pinochet y los dictadores argentinos, mientras los de la teología de la liberación están con la gente en todas sus luchas diarias, con los pobres y desheredados, como si amplificaran el mensaje del Sermón de la Montaña. Juan Pablo II, por ejemplo, reconvino a Cardenal y calló por Pinochet. En el monte de los olivos, al frente de los soldados estaba la jerarquía, y en el juicio del hijo del hombre estaba la jerarquía y la jerarquía estuvo en su condena. En España, hoy, la jerarquía se alía con el PP y a los demás nos amenazan. Esta jerarquía se llevaría bien con Anás y Caifás. La jerarquía, los mercados y la ausencia de libertad y democracia -o la libertad y la democracia prostituidas o descafeinadas- son lo mismo. No recuerdo ningún cuadro religioso de Delacroix, salvo algunos de Jesús en relación con la cruz (quizá debido a su apellido).
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