Juan Genovés, acrílico, 1976
Una
vez un hombre,
un
hombre cualquiera,
tú,
por ejemplo,
o
yo mismo,
una
vez, digo,
ese
hombre,
tú
o yo,
no
importa el sexo,
la
V o la M del formulario,
cualquiera
de nosotros,
una
vez,
un
día,
un
hombre,
uno
cualquiera,
mañana,
en
este momento,
uno
cualquiera,
una
vez,
levantará
la mano
y
gritará basta.
¡Basta!
¿Ha
dicho basta?
Ha
dicho basta.
Ha
dicho basta.
Ha
dicho basta.
¡Basta!
¡Basta! ¡Basta!
Lo
ha dicho claramente:
basta.
Con
la voz de un pobre y viejo Gandhi.
Con
los huesos reconstruidos de Gandhi.
Deletreadlo:
be,
a, ese, te, a,
basta.
Escribidlo:
basta.
Los
hombres escriben “basta”.
Con
su sangre
en
la calle,
en
Sol,
basta.
Una
marea humana grita “basta”.
Basta,
basta, basta.
Indignados,
hartos.
En
sus corazones escriben “basta”.
Con
letras grandes,
basta.
Con
letras diminutas,
en
un grano de arroz,
basta.
En
Sol escriben basta
y
se quedan a vivir.
Vivir
en Sol
es
decir basta.
Ocupar
las calles,
basta.
Hombres
recios
y
hombres leves,
hombres
altos
y
hombres bajos.
Basta.
La
primera palabra
a
través del vientre de las madres:
basta.
Una
vez, un hombre,
un
hombre cualquiera,
tú
o yo,
no
importa el sexo,
importa
el hombre,
el
varón o la mujer,
una
mujer es más que un hombre,
un
día, un hombre
se
pone en medio del campo de batalla,
ante
un tanque,
uno
cualquiera,
ése
por ejemplo,
alza
la voz y dice:
basta.
Y
ahí se acaban todas las guerras.
En
medio de Wall Street,
es
decir, ante la muralla,
frente
a una moneda,
frente
al euro
o
frente al dólar,
da
lo mismo,
están
hechas del mismo metal desalmado,
alza
la voz y dice:
basta.
Y
ya no hay que ocuparse de Haití ni de Somalia.
En
la cárcel,
y
se caen todas las rejas.
En
el campo,
y
se desvanecen las murallas.
En
la escuela,
y
se resquebrajan las cerraduras de todas las puertas.
En
el metro,
y
se abren las entrañas de la tierra.
Un
día un hombre,
uno
cualquiera,
tú,
por ejemplo,
no
me mires,
tú,
sí, el hombre,
un
entramado de huesos
con
armadura de carne,
retales
de arcilla,
casi
nada,
arrebata
la libertad
a
quienes la administran
y dice:
es mía,
es nuestra,
es de todos.
Y añade:
basta.
La
libertad es la única propiedad privada.
Quien
dice libertad dice democracia.
O
dignidad.
Dice:
hombre.
Basta.
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