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viernes, 15 de julio de 2011

Bildu (4)



Plusvalía(1) es el valor que el trabajo no remunerado del trabajador asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista. Vieja definición marxista para explicar los procesos de acumulación capitalista y la explotación de los trabajadores. Importante.

Septiembre(2), 1978. Palacio de Congresos de Madrid. IX Congreso del PCE. Nicolás Sartorius(3) sube a la tribuna del plenario. Me parece que habla sin papeles, aunque luego se publicará el texto de la intervención en la primera edición de Nuestra Bandera, la del mes de septiembre, poco más de veinte líneas, densas, muy densas. Entre los asistentes, Roberto Lertxundi, secretario general del EPK(4), antiguo militante de ETA junto a Mario Onaindía, que había sido juzgado por un tribunal militar en Burgos, en 1969. Nicolás Sartorius habla de terrorismo. Resumido, viene a decir: el poder es al capitalista lo que el terrorismo es a la plusvalía. Muy posiblemente nadie entendió nada o muy pocos entendieron el alcance de sus palabras, pero estaba dando las claves para una profunda reflexión sobre el fenómeno terrorista. No sobre la lucha revolucionaria, como las que tuvieron lugar en Cuba, Bolivia o Argelia, con diferente resultado, sino sobre el terrorismo, donde la población es instrumentalizada psicológicamente(5) con fines políticos (o delictivos: hoy cabría añadir delictivos, si nos fijamos en los fenómenos terroristas de México y Colombia, ligados al narcotráfico).

Es decir, el terrorismo es un instrumento de acumulación de libertad y democracia de las que el poder (no me refiero a los gobiernos, sino al poder, que no es exactamente lo mismo) se apropia, sustrayéndoselas al ciudadano. De otra manera: todo fenómeno terrorista conlleva una restricción de la libertad y una devaluación de la democracia, hasta acabar con ellas en algún caso. Dos ejemplos: las medidas de seguridad y, por lo tanto, en contra de la calidad democrática, adoptadas en el mundo tras el 11S, y el proceso de transición española, especialmente durante la famosa semana negra (24/01/77, asesinato de los abogados de Atocha), que estuvo a punto de embarrancar con un golpe de estado, por no recordar el 23F y otras fechas posteriores de grave inestabilidad democrática, que tienen su origen, en parte, en la persistencia del terrorismo. Item más: la LOAPA(6), aprobada en julio del 82, y la Ley de Partidos, aprobada tras el atentado de la T4, son legislaciones ad hoc, que sólo se justifican por el fenómeno del terrorismo.

El capitalismo jamás renunciará a ese sistema de acumulación amparándose en eufemismos como el derecho a la propiedad privada, cuando en realidad es un medio de explotación vil del ser humano, salvo que se le arrebate mediante la instauración(7) de un sistema social nuevo, porque es un mecanismo infalible para su subsistencia. Bien, pues el poder tampoco renunciará a la instrumentalización del terrorismo, le viene bien, o a fórmulas similares de amedrentamiento social, porque lo blinda frente a sistemas alternativos, le garantiza el mantenimiento del poder. Gandhi y la democracia son los peores enemigos del poder establecido.

Dice Jo Berry: “...hay quien percibe este proceso de hacerse amigo del enemigo como una amenaza. Los políticos lo temen”. Y añade: “Lo importante es convertir el dolor en algo positivo, pero para las víctimas no hay dos caminos idénticos, todos son distintos e íntimos”. [Nota: el poder nunca individualiza, siempre generaliza; individualizar implica escuchar y el poder no escucha, gestiona y administra].

Dice Pat Magee: “Yo ya sabía en la cárcel que en el futuro tendría que sentarme con mis enemigos de entonces: soldados británicos, lealistas, etc. Sabía que ellos formarían parte conmigo del proceso de paz para Irlanda del Norte”. [Nota: esto es justamente lo que la AVT y el PP niegan, no hay ninguna posibilidad de sentarnos juntos, la única posibilidad es la rendición o el exterminio, pero el exterminio, en el fondo, acaba con todos].

Recuerdo una buena película española de 2004: El Lobo, con Eduardo Noriega, José Coronado, Silvia Abascal y Jorge Sanz, entre otros. Narra la vida de Mikel Lejarza, un agente que se infiltra en las filas de ETA entre 1973 y 1975 y llega a la cúpula de la banda. Refleja bien las prácticas de ETA y de la policía franquista, su desprecio por los más elementales derechos, la caída al pozo de la infamia de ambos, la degradación ética o, mejor dicho, la ausencia de ética entre los terroristas y entre quienes los persiguen. Hay un momento en el que el trabajo del infiltrado podría precipitar el fin definitivo de la banda, pero la policía no actúa. Pareciera que escenifican un pacto de supervivencia, ambos se necesitan; en este caso, la policía y la cúpula de ETA. En general, son enemigos, o se comportan como enemigos, pero se necesitan. El poder sólo se perpetúa con procesos de restricción de la democracia y la libertad y éstos sólo son posibles con el miedo instalado entre las masas, instalado en su psicología.

Dice el zen(8): “La libertad no es un artículo de consumo. La libertad es el efecto acumulado de todas las elecciones libres que hacemos en nuestras vidas”. Erich Fromm(9) lo analiza magistralmente. Demuestra que el miedo a la libertad de los seres humanos les lleva a renunciar a los derechos más elementales ligados a ella, desde tomar las decisiones elementales sobre su vida, a construir el día a día y, en consecuencia, a construir su futuro. El miedo a decidir pone en las manos de otros la decisión. Esa dejación es el sustrato donde crecen y se asientan los dictadores, es decir, los fascismos. No es la única causa, claro está, hay otras económicas y sociales que han puesto de manifiesto historiadores y filósofos, especialmente los marxistas, consecuencia de la revolución industrial y las posteriores revoluciones sociales, pero es indiscutible que las causas psicológicas están en el origen del fenómeno del nazismo, por ejemplo. En mi opinión, también lo están en la base del terrorismo. Y por eso lo utiliza el poder como amenaza y espantajo. O más que como espantajo, que también, como trampantojo, para esconder la realidad, proyectando una imagen de ésta que sustituya a la realidad misma.

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciados dones que a los hombres nos dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”, escribe Miguel de Cervantes (Don Quijote de la Mancha, II Parte, capítulo LVIII). Pero puntualiza Gandhi: “La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar de la libertad”. Seguramente no hablan de la misma libertad exactamente, porque pertenecen a culturas y períodos históricos diferentes, pero nosotros los entendemos y deberían tomar nota los terroristas y quienes se aprestan a combatirlos. Quien afirma y defiende que “la libertad, sin una autoridad fuerte e incólume, no es libertad al cabo de poco tiempo, sino anarquía” (Cánovas del Castillo), se arroga el derecho a definir en exclusiva la libertad y, por lo tanto, no es de fiar.

La democracia, no el terrorismo -el terrorismo es su salvavidas muchas veces-, es el peor enemigo del poder establecido. Dos ejemplos históricos que habría que examinar en ese sentido: Checoslovaquia, 1968, la Primavera de Praga; Chile, 1973, Salvador Allende y el golpe de estado sangriento de Pinochet. Desde orillas distintas (el “socialismo real” y el capitalismo) se propone un proceso democrático de avance a un socialismo en el que el ser humano sea el eje de la vida y la sociedad, es decir, democracia más profunda y “real” y extensión de la libertad, propuestas que, en algún sentido, podrían estar en la base de algunos aspectos que propone ahora el movimiento 15M. A ambos se les responde de la misma manera: la mordaza sangrienta. La derrota brutal de ambas es, me parece a mi, una prueba de que proponen el buen camino.

Un artículo(10) de Carlos Alonso Zaldívar sobre el 11S, publicado en su día en El País, da las claves del terrorismo de Al Qaeda: la miseria, la incomprensión, la desesperación, el odio, el fanatismo y, finalmente, la venganza. Nosotros no tenemos esa capacidad de síntesis y nos hemos alargado, aunque nos ha parecido necesario. A nuestro entender, como hemos tratado de apuntar, las causas del terrorismo de ETA conectan con la identidad política y cultural, incluida la lingüística, es decir, con una forma de nacionalismo, en colisión con el nacionalismo centralista o españolista, y, en último término, con la autodeterminación y la independencia, con la ausencia de libertad y democracia en España y, en particular, en Euskadi, y, finalmente, con la persecución política del franquismo. Quizá no fuera inconveniente añadir otras razones más psicológicas, como en el caso de Al Qaeda: desesperación, odio y venganza. La incomprensión de unos y el fanatismo de otros se dan por incluidos.

Sin embargo, nada de todo esto acaba de explicar la pervivencia de ETA más allá de la ley de amnistía del 77 y, sobre todo, apenas explica que el número de asesinados tras la muerte de Franco sea el 95% del total: 54 hasta el 20/11/75 y 802 a partir de esa fecha, 856 en total. Salvo que concluyamos que, a partir del 77, se desató en ETA la locura sangrienta, como hemos apuntado más atrás. Sobre todo, si a partir de 1979 Euskadi cuenta con un Estatuto de Autonomía que mejora con mucho el aprobado en la II República y, desde luego, supera las competencias obtenidas por el independentismo irlandés, tan alabadas por Batasuna y ETA.

Unos datos. En el referéndum sobre la vigente Constitución Española participó el 67,11% del censo, de los cuales el 88,54% fueron votos afirmativos, es decir, votó a favor de la Constitución Española el 59,33% del censo, algo menos de 2 de cada 3 votantes; exigua, pero mayoría absoluta. Sin embargo, en Euskadi la participación fue sólo de 44,65%, de la cual el 69,12% de los votos fueron afirmativos, es decir, el 30,86% del censo, menos de 1 de cada 3 votantes o, dicho en términos absolutos, votaron a favor de la Constitución 479.205 vascos frente al total de 1.552.737 censados. Un respaldo muy reducido. En relación con el Estatuto de Autonomía, escogieron la papeleta del SI el 90,3% de los votantes, que fueron el 58,8% del censo, es decir, votó afirmativamente el 53,1% del censo, una mayoría absoluta por los pelos.

Otros datos. La selecciones españolas deportivas, especialmente las de fútbol y baloncesto, jamás han jugado un partido en Euskadi desde la transición, a pesar de que algunos jugadores vascos suelen ser habituales en ellas. La presencia del rey es infrecuente en Euskadi -seguramente es la comunidad menos visitada con diferencia, aunque no tengo los datos exactos- y la última vez que estuvo en el parlamento vasco fue abucheado por los miembros presentes de Batasuna, que cantaron el Eusko Gudariak hasta que fueron expulsados por la policía vasca.

Si regresamos al cuadro de los resultados electorales en Euskadi de 1996 a 2011 que pusimos en nuestra primera entrega de esta serie, veremos que el voto PSOE/PP, es decir, el único no nacionalista y/o independentista apenas representa el 30% del electorado en el mejor de los casos (el 18,74% en las elecciones de mayo). 276.134 vascos votaron a Bildu, la opción política más próxima a ETA. ¿Hay 276.134 terroristas, o sea, el 15,97 de los vascos? Eso pretende afirmar Mayor Oreja y el núcleo duro del PP, del que no acaban de despegarse el PSOE, que los tiene como aliados en el gobierno de Euskadi. Sin embargo, parece más razonable decir que la democracia española no ha conseguido diseñar en todos estos años un camino en el que la mayoría de los vascos se encuentre comprometido y, sobre todo, se reconozca. No se ha sabido articular un discurso similar al de Jo Berry. Gandhi habría seguido sentado en la mesa de diálogo aun en medio de las bombas y los asesinatos. La democracia no ha sabido desacreditar la violencia de ETA; al contrario, la ha llenado de razones: primero, con los GAL y la persistencia de los métodos de la dictadura para perseguirlos (no olvidemos que en la lucha antiterrorista se mantuvo a la misma policía franquista) y, después, mostrándose reticente en el desarrollo del estatuto (22 años después de su aprobación, aún quedan competencias pendientes de traspaso).

Gandhi dijo: “Hay mi verdad y luego está la verdad”. En las últimas elecciones: 39.000 papeletas entre blancos y nulos, 629.000 abstenciones. Hemos dado importancia a estos datos porque indican el desencuentro entre la política y la sociedad española. 276.134 ciudadanos vascos que votan Bildu también tienen su importancia. Bildu no es ETA, aunque defiende los postulados soberanistas de ETA. Bildu no es una banda de asesinos, de terroristas, aunque alguno entre los de sus listas lo haya sido. 276.134 voces tienen su importancia, son 276.134 verdades; luego está la verdad, pero hay que encontrarla. Sólo se encuentra hablando.


NOTAS:

(1) Con lo que sabemos hoy, Marx debería corregir esa definición y ampliarla. El valor de los bienes no sólo se construye con sus costes -insumos, amortizaciones y mano de obra- y plus valía, sino de otros elementos que se camuflan bajo el epígrafe de costes y que no son sino otra forma de retribución capitalista, como la publicidad, los patrocinios, derechos de imagen, etc, que amplían, de una parte, los “empresarios” (empresario, desde este punto de vista, no sería sólo el que te emplea sino también Cristiano Ronaldo, el Madrid, el patrón de la F1, etc) y el concepto de plus valía. La plusvalía, así, no sólo es el valor de trabajo del que el empleador se apropia, sino el valor adicional que ha de asumir el trabajador para adquirir los bienes que consume. Al trabajador se le explota dos veces: como trabajador y como consumidor. Siempre me he preguntado por qué un bote de Coca-Cola vale 47 cts en el hipermercado, cuando su equivalente de zarzaparrilla se vendería por la 1/4 parte. Algún día lo calcularemos.

(2) Escribo de memoria, puedo estar trabucando fechas. No tengo los documentos a mano.

(3) Dirigente de CCOO y PCE, juzgado y condenado en el proceso 1001/72 por el Tribunal de Orden Público franquista, como miembro y dirigente del sindicato, junto con toda la dirección de CCOO, incluido Marcelino Camacho. Fue condenado a 19 años por el TOP, aunque luego el TS rebajó la sentencia a 5 años. El año 1977 Juan Carlos indultó a todos los condenados en el proceso. El juicio se celebraba en el momento del asesinato de Carrero Blanco lo que explicaría el exagerado número de años de las penas.

(4) Partido Comunista de Euskadi.

(5) Escribo psicológicamente, no sicológicamente, respetando la raíz griega. En otros textos anteriores he prescindido de la p, pero se ha quejado mi hija y con razón, aunque lo autorice la RAE.

(6) Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico, que, tras los recursos presentados ante el TC por el Gobierno Vasco, la Generalitat de Catalunya, CiU y PNV, y la sentencia de éste declarando inconstitucionales algunos artículos, se convertiría en la Ley 12/83 del Proceso Autonómico.

(7) Democrática, con toda seguridad, y progresiva, muy probablemente. Nunca ningún sistema ha cambiado de la noche a la mañana: ni la toma de la Bastilla o la del Palacio de Invierno produce milagros. Ese fue el error de la revolución francesa, y se produjo el advenimiento de Napoleón, y el de la revolución soviética, y se produjo la caída del muro de Berlín.

(8) La Geometría de la Conciencia, Enseñanzas místicas de Pitágoras, Osho, Edaf.

(9) El miedo a la libertad, Erich Fromm, Edaf.

(10) Carlos Alonso Zaldívar, Morir matando, El País, 16/09/2001.

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