09'54:
Clara manda un mensaje desde la biblioteca: va a estar estudiando todo el día. Ha desayunado y ya estaba en la puerta antes de que abrieran. Se ha llevado una fiambrera con comida del frigorífico. Tiene un examen importante mañana lunes. Paula también tiene el examen del CELI 5 de Perugia y también empleará el día en repasar gramática italiana. El problema de Paula siempre son los nervios.
09'58:
Me encuentro con Lobo que busca a Gaia, pero a Gaia la dejo en casa. Imagino un día de calor y agobio por la aglomeración humana.
09'59:
Llega el ML. Sube una pareja de ancianos. Me siento en uno de los dos primeros sitios del tren.
10'01
Retamares. Suben dos americanos grandones y rubios que han de proceder del cuartel de la OTAN cercano. No cancelan el billete. Se sientan tres plazas más atrás, de espaldas a la marcha, y hablan sin parar en su inglés americano.
Sigo pensando en la libertad. Esta mañana me levanté con esa idea en la cabeza y sigue ahí, buscando explicaciones. Hace días que pienso en una entrada para otra bitácora, pero no puede ser demasiado larga. Envidio a los que pueden escribir tres líneas y decirlo todo.
10'06:
En Kinépolis suben dos ingleses. También se sientan. Ellos hablan un inglés más pausado, que respeta los tiempos y, sobre todo, los decibelios.
He decidido concentrarme en la plaza de Olavide porque Chamberí es mi barrio de siempre. Aunque haya pasado el tiempo sigo reconociendo los espacios y a la gente. Convoca la asociación de vecinos, que contribuimos a refundar con Marisa hace 35 años.
En días así, en el metro o en la calle siempre me pregunto lo mismo: ¿sabrán que hay una manifestación? ¿Irán? ¿O vence siempre la rutina? Medio millón se concentran en Cibeles con un triunfo del Real Madrid y dos millones ocupan Madrid para celebrar el campeonato mundial de la roja. ¿Por qué convoca más la fugacidad de un éxito deportivo que el futuro o la injusticia? Y recuerdo aquello de pan y fútbol o pan y toros -a veces, sin pan- y me pregunto de nuevo: ¿Y si esto no fuera la libertad?
Algunos gritarán: Y luego diréis que somos cinco o seis. Seremos más de cinco o seis, seremos muchos, seremos una multitud cargada de razones, pero habrá más, muchos más que no verán la calle como un medio para conquistar el futuro. Madrid, con 3 1/2 MM de habitantes, 6 en toda el área metropolitana y 6,5 en la Comunidad, apenas congrega 100.000 manifestantes en el mejor de los casos. Salvo casos excepcionales, como el Prestige, la guerra de Iraq, el asesinato de Miguel Ángel Blanco, el 12M (tras el atentado de Atocha) y el 25F (tras el 23F), ésta última, con diferencia, la más numerosa, con más de 2 MM de manifestantes.
Hubo un tiempo en que había que vestirse ligero para ir a una manifestación. De pies, sobre todo. La última vez que se marchó con zapatillas deportivas fue en la manifestación de duelo por el asesinato de los abogados de Atocha por la caverna fascista, tras el 24 de enero de 1977. Aquella fue la primera demostración de que la izquierda, aun con el corazón roto, sabe dejar cada cosa en su sitio. Hoy, la gente, aun sintiéndose traicionada por el sistema que la desahucia, también sabrá poner cada cosa en su lugar: la rabia, por ejemplo, alimentará el “basta ya”, “se pueden hacer las cosas de otra manera” y “se harán de otra manera, con vosotros o sin vosotros”.
Hoy he cargado con la réflex, el objetivo 70x300, 3 carretes (mi réflex es de carrete, qué le vamos a hacer), una Supratech 4X, para no tener que esperar el revelado del laboratorio y colgar unas fotos enseguida, aunque sean peores, y un Mp3, para grabar el sonido de la manifestación.
En la L10, una mujer con las piernas bellísimas se ha sentado frente a mi. Adivino un problema en su rótula o en el menisco de la izquierda. Va peinada con el pelo recogido, como si fuera una muchacha traviesa. Pienso: uno puede morirse de viejo siendo travieso. A su lado, un hombre parece mirarme fijamente, pero es bisoño y está mirando a otra parte.
10'30:
Me bajo en Tribunal para el transbordo y sorteo una multitud cargada de mochilas y maletas que seguramente va al aeropuerto.
Descubro que voy casi sin dinero (recuento: no es verdad, llevo 21,47€ y la tarjeta de crédito). Recuerdo que la tarjeta de crédito ha de estar a punto de romper sus costuras, pero mañana cierra ciclo. Sacaré dinero de un cajero, si me acuerdo.
Pienso otra vez en la libertad y pienso en los problemas que unos textos me están planteando. Cuando subo la escalera hacia la L1 encuentro la solución.
10'50:
Olavide. Si hubiera un sesgo de humanidad en estos espacios, que lo hay, a pesar de que hace tantos años que fue mercado municipal, diría que dormita, aunque son cerca de las 11 de la mañana. La plaza, a esta hora, parece recostada en un diván de aire quieto. Algunos, pocos, desayunan y otros, pocos también, toman un aperitivo en la terraza que ya hay abierta. Algunos pasean al perro, dos montan en bicicleta, otros buscan la sombra. Una jardinera descabeza un sueño en un banco a la solanera. En el borde este, seguramente porque allí llega la sombra de los edificios de este lado, se agolpan diez o doce personas al lado de una cartel. No es de la asociación de vecinos. La asociación de vecinos no aparecerá en toda la mañana. Vaya, Diego. Dice con rotulación de imprenta: Toma los barrios. Asamblea popular de Chamberí. Toma la calle. 19.06.11. No conozco a nadie.
Me preparo con las cámaras como si fuera a una guerra. Hago algunas fotos procurando buscar la sombra para no quemar los negativos con el sol de frente, porque el grupo lo tienen a su espalda. Alguien, mirando a la jardinera, me dice sonriendo: sácale una foto. Y le hago una fotografía. De repente, se despierta y se aleja.
Tampoco me conocen a mi. Hace tantos años que en apariencia soy otro, con esta imagen y esta vida pequeño-burguesa, perdida la barba que no fue de Fidel ni del Che, pero que fue de ambos.
10'59:
Llega Llamazares. No sabía que viviera por esta zona. Llega Jaime Pastor. Ambos hablan amigablemente. Hace 30 años estarían a kilómetros de distancia, uno distanciándose del seminario y otro, de la LCR, pero hoy se igualan en Olavide, encuentran común el lenguaje del 15M. La magia del quincemayismo, que dice Sampedro.
Llega Paloma, de quien hablé en algún otro sitio porque es una extraordinaria artista con el esmalte. Sigue montando en bicicleta. Nunca llegará gente que esperaba ver, no sé si despistada en algún vericueto. No veo a Pepe, por ejemplo. Veo a Julia. Alguno me suena como imagen lejana que, de repente, hubiera engordado y se hubiera llenado de canas.
Alguien explica: esperaremos más allá de las once. A las doce hay acordado el encuentro en la glorieta de Bilbao con otras dos marchas.
11'28:
Salimos. Unos pasos erráticos por la plaza, y tomamos Trafalgar hacia Eloy Gonzalo, donde hago las primeras fotos de la marcha, luego Quevedo, Fuencarral y Bilbao. ¿1.000 personas? Tal vez 1.500. No soy bueno contando a ojo. De repente siento miedo al fracaso. Aunque recuerdo también unas palabras de José Luis Sampedro en una entrevista: lo importante no es ganar o perder, se puede perder, lo importante es dar la batalla, y eso es lo que da esta gente.
Resulta extraño recorrer por el asfalto unas calles que uno acostumbra a recorrer por las aceras de ordinario.
Este tramo de Fuencarral, entre Bilbao y Quevedo, se convirtió en peatonal para recreo de los vecinos hace la intemerata de tiempo. Unos iban arriba y abajo en bicicleta, otros en patines, otros daban patadas a un balón de plástico y otros a uno de reglamento, otros paseaban simplemente o se sentaban en un banco y leían el periódico. Todo esto ha cambiado y lo fotografío: se ha transformado en una parábola del cambio neoliberal que propone la derecha. Se han ampliado las aceras, eso sí, pero los nuevos espacios conquistados los han ocupado terrazas, tenderetes de venta y un minúsculo parque infantil. Los restantes espacios, los días de fiesta se llenan de atracciones hinchables -castillos, jaulas, colchones,...-, que ocupan los niños mientras los padres observan. Ya no hay bicicletas, ni patines, ni balones, sólo ocio organizado. Lo de antes era gratis, lo de ahora lo paga el ayuntamiento. Lo que antes era expresión libre de cada uno, ahora se ha convertido en una ruta, en un parque de atracciones casposo y diminuto. Algunos dirán qué bueno, un servicio del ayuntamiento. Yo pienso en un secuestro. Y en un comercio, la primera ley básica que se ha de aprender en la sociedad de consumo.
Algunos empiezan a repartir crema solar para defendernos de las quemaduras. Otros ofrecen agua.
No se ve un solo policía pero gritan: menos policía, más educación. Y: no nos mires, únete. Alguien añade: joder, que no muerdo.
Cuando estamos llegando a Bilbao, echo una carrera para buscar un buen sitio desde el que hacer fotos. Lo encuentro en la esquina de los bares, sobre una papelera, haciendo equilibrios con la barandilla. Y descubro la marcha que viene desde el otro lado de Fuencarral, que parece más numerosa que la nuestra. Hago fotos desde mi atalaya.
Descubro que hay un coche de la Policía Municipal que va de plaza en plaza cortando el tráfico. Eso explica por qué hemos ido encontrando Eloy Gonzalo y Quevedo expeditos.
12'00:
Hablan de una ceremonia en Sevilla, en Semana Santa, cuando se encuentran los pasos de la Macarena y Jesús del Gran Poder, la he visto alguna vez por TV. Dicen los sevillanos creyentes que lloran de emoción. Hoy, a mí, aquí, en la glorieta de Bilbao, donde ya Fuencarral pierde su nombre para ser plaza, algo me ha convertido en ser de emociones solamente y la Supratech ha caído por los suelos, desarmada. Este encuentro pagano entre personas de carne y hueso, que se tocan cuando confluyen, tiene, también, algo de trascendente. Y recuerdo también un cuadro de Juan Genovés, de 1976, titulado El Abrazo.
Chueca, Centro y Chamberí. Durante un rato la plaza es de todos, pero nadie se siente propietario. Durante un rato fugaz nadie habla, aunque yo había escuchado los gritos de los hombres del cuadro de Genovés.
Alguien me devuelve la cámara y la recompongo. Todavía haré unas pocas fotos para colgarlas aquí. La gente recupera sus voces, que no sus gritos, y sus consignas, que son ahora de más, porque somos más los itinerantes.
No sé si es aquí, o será luego en Colón, adonde llegaremos, donde conecto el Mp3. Cuanto llevo escrito hasta aquí son mis notas en las octavillas de papel reciclado que siempre llevo encima. A partir de ahora, serán las notas, menos, y cerca de 2 horas del sonido de una manifestación silenciosa. Sí, silenciosa. Con voces, claro, pero sin gritos. La manifestación del 1º de mayo es más ruidosa. Ésta es una fiesta. Para los sentidos, para las ideas, para las convicciones. No hay ningún motivo especial para estar aquí, es decir, ni es 1º de mayo ni 8 de marzo, ni nadie -un sindicato, un partido- ha convocado, tampoco nos trae ningún desastre, aunque han pretendido tomarnos a todos de la mano para llevarnos a un amansadero, primero, y a un degolladero, después. Se está aquí porque se quiere, es la convocatoria de cada uno. Me recuerda a las abejas (yo siempre hablo de las abejas cuando se trata de propósitos colectivos).
Al principio de Sagasta, hay un rótulo que parece un sarcasmo: Global Systems, capacitación profesional. Formación orientada al empleo.
12'20:
Alonso Martínez. Pequeña parada. Más fotos con la réflex.
12,26:
“Ahí está la cueva de Alí-Babá”. O sea, estamos en Génova, frente a la sede del PP. Es un edificio acristalado con cristales traslúcidos, aunque se adivinan, tras algunos de ellos, puntos de luz prendidos. Pienso: la noche del 22M, cuando rendían pleitesía a sus jefes y gritaban que ellos sí eran muchos y no los del 15M, ¿ocuparían, como hoy ocupamos, hasta Alonso Martínez y más atrás? No somos muchos, es verdad, los que nos hemos reunido de Centro, Chueca y Chamberí, pero somos más que ellos la noche del 15M cuando, celebrando su victoria, creyeron celebrar nuestra derrota. No somos muchos, es verdad, pero somos bastantes para transportar un cargamento de razones. ¿Veis desde el fondo de vuestros despachos, tras los cristales oscuros, a unos vencidos acaso? Pensadlo.
“Esto es esperanza, y no la presidenta”.
“El pueblo unido funciona sin partidos”. Aquí siento un escalofrío. Creo que es una consigna aislada. Recuerdo otro grito, “El pueblo unido jamás será vencido”, que se repetía horas antes del asalto de Pinochet a la Moneda. Y pienso: los partidos políticos son el instrumento de que nos hemos dotado los hombres libres para hacer operativas nuestras ideas y defender nuestros derechos. Que algunos, muchos, incluso, hayan pervertido esos instrumentos no convierte en perverso al instrumento. Seguramente son ya un instrumento insuficiente, incluso haciendo en ellos una limpieza a fondo. Estoy seguro, son necesarios más instrumentos, que la libertad se vuelva subterránea, que las decisiones estén al alcance de cualquier ciudadano, sin riesgo de que un intermediario las corrompa. Y pienso: esa fue la última afirmación de Hitler cuando alcanzó el poder. Los partidos políticos son expresión de pluralidad, hasta ahora la única manera de convertir en acción política la pluralidad, aparte sindicatos y otras formas asociativas similares.
“Que no nos representan, que no”. No, a mi no me representan, es decir, sus actos y decisiones no expresan lo que entiendo justo y necesario, pero representan a unos pocos millones de españoles, es decir, unos pocos millones de españoles han delegado en ellos sus decisiones políticas a través del voto, no lo olvidemos.
“LADRONES”. No sé por qué este grito lo he oído con mayúsculas. “Esta crisis no la pagamos”. “Corruptos y banqueros, a prisión”.
12'30:
Cerca ya de Colón, a la derecha, está una sede del Ministerio de Trabajo. No sé si una secretaría o subsecretaría, no lo he anotado. Unos individuos que recuerdan a los provocadores de plaza Cataluña ocupan la puerta y un zaguán interior. Quizá sean curiosos, de mantenimiento o qué se yo. Pero alguien hace correr la voz: cualquier sospechoso, cualquiera que pueda resultar violento o provocador ha de ser aislado y fotografiado, y se debe pasar la información al colectivo. A la caverna, a los manipuladores ni un argumento. Sólo nos mueven las ideas y el afán de justicia.
12'35:
Colón. Nos unimos a la columna que viene de Cuatro Caminos, Plaza de Castilla y los pueblos de la zona norte. “Luego diréis que somos cinco o seis”. Ocupamos los carriles centrales de la Castellana y el paseo central. No sé si somos cinco o seis, yo cuento más. Cuando llegamos a Cibeles, aún puede verse en Colón el gentío, que alguien haga los números, aunque no se trata de números. Son las 13,30 cuando llego a Neptuno. A la entrada de la Carrera de San Jerónimo hay una gran pancarta que dice: RESPETO. Es la línea que han marcado los organizadores como frontera para todos nosotros. La policía ha montado una barrera infranqueable de vallas y vehículos a 100 metros de la plaza de Neptuno. Me pregunto: ¿de qué o de quiénes querían proteger el Congreso? ¿Alguien pensó seriamente que las masas del 15M se lanzarían contra la entrada y los leones como masas enloquecidas? Y pienso: traspasan al 15M su esclerosis. ¿Pensaron que quizá alguien podría lanzar un bote de pintura o qué sé yo contra la fachada del Congreso? La gente levantaba sus manos desnudas y decía: éstas son nuestras armas, éstas son nuestras armas. Yo sólo vi manos desnudas, incluso cuando no se levantaban. ¿Quién mancha el Congreso sino la indignidad de quienes lo pisan? Indignados, sí, no indignos. Ellos han devaluado la democracia. Indignadanos, como dice Garzón, ciudadanos indignados o indignados ciudadanos, como conceptos unidos e indisolubles.
..........
Si no hay solución, habrá revolución.
El problema es el sistema. La solución, la revolución.
Manos arriba, esto es un atraco.
A, Anti, Anticapitalista.
No hay circulación, los manifestantes ocupamos todos los espacios físicos desde Colón a Cibeles y, luego, a Neptuno.
Violencia es no llegar a fin de mes.
No nos mires, únete.
Delante de mí, una muchacha ha abierto una fiambrera de plástico, ha sacado un tenedor y se está comiendo un pedazo de sandía troceado en porciones del tamaño de un bocado. Las pincha con el tenedor y las lleva cuidadosamente a la boca, una a una. Las mastica lentamente. Es menuda, y no pierde la sonrisa ni la compostura. Cuando acaba, guarda la fiambrera y el tenedor, y se limpia cuidadosamente los dedos con un pañuelo de papel.
Me ha subyugado esta muchacha, su pulcritud, la precisión casi oriental de sus actos. Podría ser argumento para una historia. La muchacha menuda, la sandía, el tenedor, la masticación lenta.
Luego diréis que somos cinco o seis. Luego diréis que esto es cosa de perroflautas, digo yo. Esta muchacha podría haber salido del comedor de lujo del Titanic.
Cuando ya me marcho me arrepiento de no haberle pedido permiso para hacerle una fotografía.
Esta crisis no la pagamos.
Oé, oé, oé, oé, lo llaman democracia y no lo es.
Comento en voz baja al mp3: esto es una auténtica fiesta de la democracia. Aquí la gente ha venido a dignificar la democracia. Tengo la impresión de que esto es una ola que crece, y crece, y crece, cuya fuerza supone un reto y un argumento para cambiar la situación y abordar la transformación del sistema. O lo hacemos o el malestar y, sobre todo, quienes acechan tras el malestar para subvertirlo y golpear el estado y la democracia para acabar con ellos, lo aprovecharán para propinar una derrota histórica a cualquier aspiración revolucionaria, entendiendo revolución por transformación profunda, a cualquier aspiración de cambio, por elemental y necesario que sea. Los corruptos y maleantes del sistema no tienen interés en la democracia y serían felices con el regreso de algún modo de caverna. ¿No hemos visto al fantasma de Goebbels levantarse y aparecer tras Camps y Aguirre, por ejemplo? ¿Nadie lo ha visto tras González Pons? ¿O era el fantasma de Hitler, usando los votos del 22M para justificar cualquier tropelía? Hitler se escudó en los votos. Pero no siempre los votos tienen razón. Una mentira, por mucho repetirla, no deja de ser mentira, aunque la respalden los votos. La corrupción, tampoco.
Queremos un pisito como el del principito.
Dictadura de los mercados.
Comento al mp3: deberíamos hacer examen de conciencia. Gritan contra los mercados, nos rebelamos contra la dictadura de los mercados, contra su imposición, que nos empobrece y empobrece, sobre todo, nuestra democracia y pone en entredicho nuestra libertad. Tenemos razón. Pero miremos al espejo a ver qué vemos: ¿no tenemos un plan de pensiones privado en no sé que banco? ¿No hemos tenido nunca unos euros a plazo fijo, en acciones, letras o bonos del Tesoro o fondos de inversión? Eso forma parte de los mercados. Cuando pedimos el 4%, en lugar del 3% al director de la sucursal, también estamos influyendo en la dinámica loca de los mercados. Ya sé que no somos Soros, pero esta crisis no es la de Soros, es la de unos pocos locos que han pretendido enriquecerse -y se han enriquecido- empujando la rentabilidad de las inversiones más allá de cualquier objetivo razonable y han reventado el mercado. Pienso: aparte de abogar por la revolución y esforzarnos en traerla, también podemos enfrentarnos a los mercados saliéndonos de ellos, abandonándolos.
Todos los movimientos están llenos de contradicciones. Éste, también.
Un joven se ha hecho una caperuza con una hoja del diario gratuito Qué, del grupo Vocento, para defenderse del sol. Dice un titular: quieren que trabajemos hasta los 70. Y pienso: que es un falso debate. Hasta los 70 o hasta los 80, ése no es el problema. El problema es el trabajo, que habría que acabar con el trabajo en su concepción actual, como condena, ganarás el pan con el sudor de tu frente, como prestación de la propia fuerza a cambio de un precio, por la colaboración social para la obtención de los bienes, productos y servicios que la sociedad precisa.
¿Por qué, también, el debate de las pensiones? Ese es otro falso debate. ¿Por qué concebirlo, como se concibe, como un trasunto de las pensiones privadas? ¿Por qué no concebirlas como un instrumento de redistribución y solidaridad colectivas? Pero éste, como el del trabajo, es otro debate que alguien, con su grito, me ha sugerido.
De cuando en cuando pasan algunos con nebulizadores y nos refrescan. Anunciaba uno: el aire acondicionado del pobre, el aire acondicionado del pobre. Durante muchos años el botijo fue un buen frigorífico para el agua de los pobres.
Lo más elemental se nos ha ido olvidando. A veces, lo más perfecto. Ya no precisamos el ingenio, ahora todo nos viene resuelto. La dinámica del consumo nos ha vencido. Y lo que es peor: nos ha entontecido. Tampoco pensamos, otros piensan por nosotros.
Error del sistema. Reiniciar.
¿Eso significa que hemos empezado a pensar? Dentro de cada cabeza cabe un arma de destrucción masiva. Y de amor.
Somos muchos más que el 15M, muchos más. Y más diversos.
Esto cada vez es más hermoso.
Cuando pasamos frente al Palacio de Comunicaciones, donde se ha instalado el ayuntamiento, empieza a oírse de nuevo aquello de “ahí está la cueva de Alí-Babá”. La verdad es que nunca ha lucido tan limpio y tan blanco el edificio, nadie ha gastado tanto dinero como Gallardón en su adaptación y adecentamiento.
Dice una mampara de Cibeles: 13'11, 23ºC. Está a la sombra, al sol hará más calor.
Dice un cartel: “No te duermas, viene Merkel con la guadaña”. Toda esta gente está despierta.
A la altura del Banco de España: “Estos son los que nos roban”.
Nunca podrán utilizar ya el argumento de la violencia para desacreditar a este movimiento. Nunca nadie habrá visto una manifestación más pacífica, más tranquila, más ordenada que ésta.
Una pareja se ha detenido a la sombra frente al Thyssen. Llevan a un niño en su carrito. Mientras ella lo refresca con un abanico, él separa pequeños trozos, casi pizcas, de jamón de York que le va poniendo en la boca al niño poco a poco.
Ya en Neptuno, otro niño duerme en su coche protegido por una sombrilla. Me parece el paradigma de la inocencia y pido permiso para hacerle una fotografía.
Hoy el quincemayismo ha ganado muchas cosas. Se ha librado de oportunistas, de alborotadores, de marginales, y muestra sus manos desnudas. Ellos colocan a la policía para blindarse; no para blindar a las instituciones, las instituciones las blinda el saneamiento y la reconstrucción de la democracia; para blindarse, como quien se pone un yelmo y una coraza. Quizá no lo sepan, pero hoy empiezan a perder los instalados la primera batalla, empezaron a perderla en el momento que decidieron poner a la policía como valladar de la escalinata del Congreso.
14,30:
Somos muchos perroflautas.
Recuerdo a Gaia. Creo que esto es todo lo que yo podía hacer hoy. Tengo que regresar: ella necesita salir a esta hora. Haré algo más, pero será mañana, cuando pueda trasladar todos los sonidos y apuntes al ordenador: contarlo, eso es lo que puedo hacer todavía.
Puesto que no se puede atravesar por la Carrera de San Jerónimo, bloqueada por la policía, retrocedo por el paseo del Prado y regreso a Cibeles, subo por Alcalá y Gran Vía. Desde Neptuno a Cibeles sigue habiendo gente que no parece tener prisa por marcharse. Imagino que ocurre lo mismo de Neptuno hacia Atocha, por donde ha llegado otra columna.
Sigue llegando gente. Esto es maravilloso. Yo me marcho, son más de la 14'30 y sigue llegando gente. Sigue llegando gente.
Tengo que comprar pan para la comida. Opto por llegar hasta Leganitos, donde abundan las tiendas de ultramarinos regentadas por chinos. Compro pan y una botella de agua fría. Más tarde encuentro un par de motivos en una fachada, recuerdo a un amigo y los fotografío. Se los mandaré luego por correo electrónico.
Regreso al metro.
Seguramente será por el calor, pero no hay gente por la calle. Toda la gente osada se ha quedado en Neptuno.
¿Fin? Punto y seguido.

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