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lunes, 13 de junio de 2011

15M y la paradoja de Sol



Llegas a Sol en el metro y sales por la boca del centro de la plaza, esa que estos días se ha llenado de mensajes, con forma de transparente concha de caracol enterrada. Sol es una plaza peatonal con la estatua de un rey -Carlos III- y la del oso y el madroño, una fuente, dos quioscos y los accesos del metro. No tiene bancos. Parece una norma de estos ayuntamientos de derechas, que quieren a los ciudadanos de paso. La atraviesa de oeste a este una estrecha vía de dos carriles que une la calle Mayor con la Carrera de San Jerónimo, y pasa ante el edificio de la sede del Gobierno de la Comunidad de Madrid. El paseante puede encontrarse hoy con un cartel que dice: “15M, mudanzas”. O éste otro: “No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia”. Porque los acampados del 15M desalojan la plaza.

Hay tres calles más, que, desde el norte, desembocan en la plaza: Montera, Carmen y Preciados. Alcalá es semipeatonal y se asoma desde el este por el borde norte, y lo mismo sucede con Arenal, peatonal, desde el borde oeste. El edificio del gobierno da a las calles Correo y Carretas, que también desembocan en la plaza.

Al paseante le recuerdan que en Casa Labra, una casa de comidas donde sirven los mejores soldaditos de Pavía del mundo, frente al acceso de Tetuán de El Corte Inglés, se fundó el Partido Socialista Obrero Español en 1879. Pablo Iglesias hoy sería una antigualla, aunque algunos digan hablar en su nombre. La palabra es hoy patrimonio de charlatanes.

Toda la zona está enlosada con grandes baldosas de granito artificial. También parece una norma de los ayuntamientos de derechas: donde hay uno, se cubren las aceras y zonas peatonales de grises baldosas de granito artificial. O sea, piensa el paseante, España se verá pronto gris desde el cielo. El paseante no sabe si pensar en la trama del granito, pero ya ha tropezado dos veces en sendas cejas levantadas de baldosas, que también parece ser una norma la instalación deficiente del solado. Así que mira al suelo de cuando en cuando, por precaución. Y se ilumina, como si una estas cejas trampa emulara la magdalena de Proust, aunque uno no es Proust ni quisiera dejar su dentadura en las baldosas. Mira de nuevo la plaza, la recorre lentamente en esta mañana del domingo y descubre que seguramente el 15M ha completado una parábola. La Puerta del Sol es una parábola de nuestro tiempo, de nuestra historia reciente, puede verse, sólo hay que tener el valor de mirarla. Es más fácil no mirar: ver, pasar y no mirar. Es fácil ignorar lo que sucede. Y cómodo, no hace falta pensar.

La Puerta del Sol era una plaza triste y desolada hasta que la ocupó el 15M. Y nos dijo, por ejemplo: 1. Apaga la televisión, enciende tu mente. 2. Si te gustan los bancos, acabarás durmiendo en ellos. 3. Pienso, luego estorbo. 4. Esta no es nuestra crisis. Tenemos otros planes. 5. Cerrado por revolución. Disfrute las molestias. 6. La revolución estaba en nuestros corazones y ahora vuela por las calles. 7. Si no nos dejas soñar, no te dejaremos dormir. 8. Ya no tenemos miedo. 9. Si Madrid salió a la calle por un mundial, cómo no hacerlo por nuestro futuro. 10. Los derechos se conquistan. Mayo del 68 dijo: “La imaginación toma el poder”, pero no hizo nada. Ellos han traído la imaginación y han hecho cosas con ella. Hasta que llegaron ellos Sol representaba la parábola de los mundos y hoy es su paradoja. Ya no tenemos miedo. El miedo es el auténtico enemigo.

La parábola de los mundos.

Un mundo, la política, en el borde sur de la plaza, con el edificio de la Presidencia del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

Es la antigua Real Casa de Correos, convertida en sede de la Dirección General de la Seguridad, o DGS, durante la dictadura, es decir, en guarida de la policía política del franquismo, algo así como la famosa Escuela Mecánica de la Armada de Argentina, donde se torturaba a disidentes, en muchos casos hasta la muerte. Esperanza Aguirre no habrá encontrado sangre en sus paredes ni en sus suelos, aunque la hubo, porque otros se encargaron de limpiarla. El paseante no la imagina horrorizada ante esta sangre, de haber observado algún resto todavía adherido, como se aterrorizó en aquel viaje a Bombay en noviembre de 2008, ésta era sangre de rojos y demócratas y ésta es una sangre sin importancia. Podría imaginar el paseante, pero no lo hace porque le espanta, que ahora mismo, a esta hora, por esta misma plaza, podría pasear tranquilamente alguno de aquellos torturadores despiadados. Y sonreír, incluso complacerse del trabajo bien hecho. Al fin y al cabo, nadie les ha pedido cuentas. Pedir cuentas no es clamar venganza, sólo es pedir cuentas. Y condenar, si es que merecen condenas aquellos actos. Es decir, pedir cuentas es convocar a la justicia. Entre paréntesis, se pregunta el paseante si plaza de Cataluña no será algunos barros de aquellos lodos ocultos tras las paredes del edificio de la DGS.

Han pretendido borrar en Madrid todo rastro de la ferocidad de la dictadura: han convertido en sede del gobierno la antigua DGS y han derruido la cárcel de Carabanchel. Para borrar la memoria no siempre hace falta un formateo del disco duro.

El comercio.

En el lado norte, conformado por las calles Preciados y Carmen, se ha creado otro mundo, una enorme galería comercial al descubierto que dominan El Corte Inglés, FNAC, Zara y H&M, sobre todo, y se prolonga por Callao y Gran Vía hasta Montera. Es en esta zona norte, próximos a Preciados y Gran Vía, donde se concentran los hoteles de entre 2 y 4 estrellas, como si alguien hubiera diseñado un universo ideal para el consumidor y el turista. Aunque Montera bien podría ser el sarcasmo que replica la almendra de Preciados: abundan las tiendas de tatuajes y las zapaterías baratas e, incluso, hay un sex-shop, una comisaría de policía y, desde luego, pululan decenas de prostitutas. Por este lado hay algunos hostales, uno de ellos sin nombre, en la calle Jardines, donde las prostitutas prestan sus servicios.

En una librería de Montera celebraba Pepe Hierro sus encuentros para la tertulia literaria.

Las finanzas.

Al principio de Alcalá, Caja Madrid, y un poco más adelante, enfrente, Banco Santander y la antigua sede del Hispano Americano, que es Santander hace mucho tiempo.

La gente normal, la que vota y se cabrea, la que ríe y se divierte, la que madruga y trasnocha, la que tiene hijos y habla de fútbol o literatura, cuando escapa de la trampa del consumo de la zona norte, vive o recorre la zona sur. Es el Madrid de los austrias y el barrio de las letras. A los viajeros los reciben en hostales o en apartamentos turísticos, que de todos abundan por esta zona. Como abundan las tascas, los sitios donde tomar una buena tapa o comer un menú decente por 10 euros. Por estas calles deambuló Max Estrella de la mano de Valle Inclán y han paseado siempre los poetas malditos. Aquí está el callejón de los espejos.

Sol acoge todos los mundos, pero los divide en compartimentos estancos.

Y luego está el 15M, que ha ocupado la plaza y nos ha sacado a todos los colores. Nos ha interpelado y nos ha pedido cuentas. A todos, sin excepción. A ver qué hemos hecho todos estos años con la libertad y la democracia. A ver qué hemos hecho con nuestros derechos. Por qué hemos hecho del mundo un lugar sombrío.

Ese mundo suyo sí es un mundo diferente. Ya no podremos mirar la plaza de la misma manera. Cuando pasemos por Sol siempre tendremos imágenes de indignados. Quizás algún día todos los mundos se mezclen. O quizá no se mezclen, porque se extingan. 15M avisa de un mundo caduco en el que las palabras han perdido su significado. Se dice política cuando se quiere decir cinismo y corrupción. Se dice empresario cuando se quiere decir explotación. Se dice banca cuando se quiere decir especulación. Y ellos reivindican el poder primigenio de la palabra. Que la política sea un oficio digno al que se pueda dedicar cualquier ciudadano porque a todos los ciudadanos los comprometa. Que no haya poderosos o que nadie se ponga al servicio de los poderosos. Que democracia signifique exactamente democracia.

En un lado de la fachada de la sede del gobierno, hay una placa para recordar a los héroes del 2 de mayo, que, al final, trajeron a Fernando VII. Uno confía en que un día se descubra otra placa al otro lado para recordar a los perseguidos y torturados por el franquismo. Ellos sólo luchaban por la democracia, sólo que entonces aquella lucha tenía un precio. Sería un signo del éxito del 15M. Y de la imaginación. Tampoco hay futuro sin la imaginación de los hombres. Para recordar siempre al 15M yo instalaría una tienda de campaña.

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