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lunes, 30 de mayo de 2011

Acerca del 15M


Los partidos políticos no se han tomado en serio al movimiento. Algunos esperan sacar tajada y otros (quizá todos, en el fondo), esperan simplemente que los concentrados acaben desistiendo por puro aburrimiento. 15M es incómodo: deja al descubierto las partes pudendas de todos. No soy adivino, pero creo que se equivocan. Como se han equivocado al valorar el resultado de las elecciones del 22: en los histogramas hay más cabreados, aparte de los que ocupan las plazas.

El día 15 se produjo una provocación policial en la manifestación de Madrid, incluidos apaleamientos (hay grabaciones y conozco testimonios directos fiables) y detenciones, que no consiguió convertirla en algarada. El día 27, una intervención chapucera y brutal de los Mossos no acabó con la concentración de la plaza de Cataluña, sino que la reforzó y, con ella, reforzó las otras. Esto y otros signos, como la petición del gobierno de Esperanza Aguirre de desalojar Sol, demuestra que los políticos al uso se han trasladado a vivir al limbo.

Se ha dicho que este movimiento desprecia la política y a los políticos. No es verdad. Quieren otra política y otros políticos. Otras formas de representación y participación política y social. Reivindican una democracia más profunda. Quieren convertir a los ciudadanos en protagonistas de sus propias vidas, que nadie piense ni decida por nosotros. Quieren otra forma de gestionar la crisis.

No sé si han pedido la luna. Yo, a veces, pido la luna. La vida perdería sentido si no fueran posibles las utopías. Entre el muladar y la utopía hay un camino largo y fecundo, lleno de etapas plausibles.

Hoy me voy a quedar con una cosa: tras este movimiento, sólo hay personas honestas que quieren cambiar unas pocas cosas de este mundo mezquino e injusto. Y están dispuestas a conseguirlo. No les bastan los sueños, quieren trabajar, están trabajando para conseguirlos. Tendrán que abandonar las plazas, pero estos muchachos no cejarán en su empeño.

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