
Leyenda urbana nº 1
Se refiere a José Ángel Iríbar, que fue portero del Atlético de Bilbao y de la selección española de fútbol, por aquellas fechas ligado a Herri Batasuna, como representante de Vizcaya. Se contaba que, en compañía de otra persona cuyo nombre no recuerdo, tomaron aquella noche una motora y se hicieron a la mar camino de Francia. La suerte no los acompañó y la embarcación se detuvo averiada a las pocas millas. Al parecer los rescató una fragata de la marina y los depositó sanos y salvos en el puerto.
Se refiere a José Ángel Iríbar, que fue portero del Atlético de Bilbao y de la selección española de fútbol, por aquellas fechas ligado a Herri Batasuna, como representante de Vizcaya. Se contaba que, en compañía de otra persona cuyo nombre no recuerdo, tomaron aquella noche una motora y se hicieron a la mar camino de Francia. La suerte no los acompañó y la embarcación se detuvo averiada a las pocas millas. Al parecer los rescató una fragata de la marina y los depositó sanos y salvos en el puerto.

Leyenda urbana nº2
Absolutamente cierta. Sucedió en la noche de autos en Alcázar de San Juan, Ciudad Real. Se cuenta que escenas parecidas se dieron en otros pueblos de España. Allí, los cachorros nostálgicos del franquismo, es decir, la juventud fascista, se embutieron en sus camisas azules, con el yugo y las flechas bordadas en el bolsillo izquierdo, se subieron a los pescantes de sus Land Rover o vehículos similares y recorrieron el pueblo pistola en mano a la caza del rojo. Por suerte no pillaron a nadie. Quizá porque empezaron tarde, ya se sabe que las alimañas actúan de noche, y para entonces la asonada militar había sido derrotada. En los días posteriores no se detuvo a nadie, a pesar de que todos eran sobradamente conocidos de la gente.
Absolutamente cierta. Sucedió en la noche de autos en Alcázar de San Juan, Ciudad Real. Se cuenta que escenas parecidas se dieron en otros pueblos de España. Allí, los cachorros nostálgicos del franquismo, es decir, la juventud fascista, se embutieron en sus camisas azules, con el yugo y las flechas bordadas en el bolsillo izquierdo, se subieron a los pescantes de sus Land Rover o vehículos similares y recorrieron el pueblo pistola en mano a la caza del rojo. Por suerte no pillaron a nadie. Quizá porque empezaron tarde, ya se sabe que las alimañas actúan de noche, y para entonces la asonada militar había sido derrotada. En los días posteriores no se detuvo a nadie, a pesar de que todos eran sobradamente conocidos de la gente.

Leyenda urbana nº 3
Dos años más tarde, también un 23 de febrero, el gobierno socialista de Felipe González expropió Rumasa, por el riesgo cierto de quiebra del grupo que daba empleo a 400.000 trabajadores. Transcurrido el tiempo, quien fuera presidente de uno de los bancos del grupo contaba a quien quisiera oírlo que aquella noche fue la noche de los zulos. En la sede central de ese banco en la Castellana habilitaron uno donde acumularon decenas de bolsas de basura repletas de billetes de 5.000 y 10.000 pesetas.
Dos años más tarde, también un 23 de febrero, el gobierno socialista de Felipe González expropió Rumasa, por el riesgo cierto de quiebra del grupo que daba empleo a 400.000 trabajadores. Transcurrido el tiempo, quien fuera presidente de uno de los bancos del grupo contaba a quien quisiera oírlo que aquella noche fue la noche de los zulos. En la sede central de ese banco en la Castellana habilitaron uno donde acumularon decenas de bolsas de basura repletas de billetes de 5.000 y 10.000 pesetas.

Leyenda urbana nº 4
Ésta también es histórica. La asonada del 23F de 1981 no fue una intentona aislada, fruto de no se sabe qué circunstancias políticas. Fue una chapuza, es cierto, porque la derecha, y los fascistas en particular, son una banda de ineptos; mal planificada, es cierto. Pero no fue un acto aislado.
Ya lo habían intentado antes, en 1978, con la Operación Galaxia, en la que intervino el mismo Tejero, Sáez de Ynestrillas y un coronel del Estado Mayor, cuyo nombre no se hizo público.
Y lo intentarían después, con la conspiración de octubre de 1982, ligada al 23F porque pretendían sacar a Milán del Bosch de la cárcel en la que se encontraba, desmantelada en los primeros días del mes con la detención de los responsables. Y con la conspiración del 2 de junio de 1985, que debía producirse durante la celebración del día de las fuerzas armadas en A Coruña. En ésta pretendían asesinar a Felipe González, Alfonso Guerra, Narcis Serra, la cúpula militar y, colateralmente, a la familia real. Esta intentona fue desmantelada en la semana santa de 1985, aunque no fue detenido nadie y el asunto se mantuvo oculto durante muchos años por miedo a dar muestras de la fragilidad de la democracia española.
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