No es lo mismo viajero que
caminante. Del viajero hablan las guías y los libros de viajes. Del
caminante hablan Antonio Machado, León Felipe y los místicos. El
caminante construye su propio camino, porque no hay caminos sino en
la medida que se recorren. El viajero se deja llevar de la mano o por
las guías. El caminante tiene una relación dialéctica con el
camino: él es del paisaje y el paisaje forma parte de él. El
viajero transporta un equipaje. El equipaje del caminante cabe en su
alma. El viajero recorre los paisajes. El caminante los crea, como se
crea a si mismo a cada paso. El viajero sabe a dónde va, tiene
origen y destino y probablemente carece de intermedios porque se los
salta. Se toma un café y reemprende la marcha. El caminante conoce
su punto de partida pero desconoce el recorrido y, por lo tanto, no
tiene final establecido. Es posible que retroceda, que gire a la
derecha o a la izquierda, porque lo guía su corazón. Para el
caminante el café es un amigo con el que habla. El viajero tiene un
plan. El caminante lo construye a cada paso. El viajero es de ayer y
de mañana, tiene pasado y futuro. El caminante es de hoy, vive el
presente, sólo está en este momento. El viajero saluda. El
caminante forma parte del material de los abrazos. El viajero se
marcha. El caminante siempre deja su mensaje. En la vida no hay
viajes, la vida es el camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario