
Hablaría de un país en el que no
hay elecciones democráticas, aunque no se trata de Cuba, ya sabemos
que Cuba no es un país democrático, yo lo sé, no se me olvida, el
PP se encarga de dar la matraca por si se me olvida, aunque no es
seguro que el PP tenga interés en la democracia de Cuba ni en
ninguna otra democracia, lo tendría si pusiera el mismo empeño en
hacer llegar la democracia a cualquiera de los cientos de países del
mundo donde la democracia es una extraña, a China o a Marruecos, por
ejemplo.
Hablaría de un país en el que la
mujer está marginada, no puede ser ministro ni jefe de estado, está
obligada a respetar y obedecer al varón, no se la lapida, no
obstante entre sus preceptos está lapidarla, aunque no se trata de
Irán, ya sabemos que Irán es un país donde la mujer es un
subproducto, yo lo sé, no se me olvida, aunque aquí el PP dice poco
o nada, quizá porque no espere obtener algún rédito por
denunciarlo.
Hablaría de un país cómplice de
las más feroces dictaduras, de Hitler, Franco, Pinochet o las juntas
militares argentinas, por ejemplo.
Hablaría de un país cuya banca
mantiene excelentes relaciones con la mafia.
De un país cuyos ministros son
consumados pederastas, que mantiene el Santo Oficio, un instrumento
para perseguir, condenar y destruir, incluso físicamente, a quienes
piensan, sólo piensan, de manera diferente.
De un país que persigue y condena a
los homosexuales y a aquellos que no viven de acuerdo con sus reglas,
que prohíbe el divorcio y anatematiza a quienes lo defienden, pero
tiene montado un negocio millonario con las anulaciones
matrimoniales.
De un país que ha hecho de la
guerra y la persecución un instrumento de poder, desde las cruzadas
a nuestros días.
En estos tiempos de burkas y hiyab,
podría uno asomarse a cualquier concentración convocada por su jefe
y no saber si uno andaba en el país equivocado, encontrarse en el
Irán de Ahmadineyad o en la misma Meca. El jefe no viste de manera
muy distinta del imán Alí Jamenei, por ejemplo.
Hablaría de ese país, porque hoy
sé que La Tierra es un planeta redondo que gira alrededor del sol y
allí perseguían hasta hace poco a quienen pensaban otra cosa.
Ese país tiene nombre, claro, es
Vaticano y su jefe es Benito XVI. Alardea con la bandera de un hombre
que murió crucificado y constituye cada día, al mismo tiempo, el
sanedrín que lo lleva ante Pilatos.
Hablaría de ese país si con ello
no manchara el nombre de quienes creen sinceramente en el mensaje
originario y lo defienden. Hablaría si con ello demostrara que su
jefe es el jefe de los sepulcros blanqueados. Así que no hablaré,
soy agnóstico, no tengo creencias, sólo convicciones, la
convicción, por ejemplo, de que el ser humano está por encima de la
turba de falaces que el tal Benito XVI encabeza. Si hay algún
peligro que se cierna sobre el mundo y sobre España, no tiene que
ver con agnosticismo, ateísmo o laicidad, todos nacemos laicos, por
cierto, el peligro tiene que ver con los aliados de Benito, los que
tienen en sus manos el poder y la riqueza.
Por cierto, a mi lo que me
estremecía era el nacionalcatolicismo. Y me estremece.
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