Fue uno,
aquel día,
cuando el mar
lanzó
su puño de agua
contra la roca,
la oscura cara
de la tierra.
Y se adentró.
Y dibujó bocas,
dentaduras,
risas perpetuas,
lenguas eternas
que hablan,
y nos miran
ojos de grises
y azules transparencias,
diálogo de las brujas
por el camino de tablas
que bordea la playa.
Para que las gaviotas
habiten en las casas.
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