1.
En relación con este término –breve- siempre me viene a la memoria el viejo profesor de Literatura de bachillerato. El pésimo profesor de Lengua y Literatura Españolas, que se estudiaban en 4º y 6º de bachillerato. Nos obligaba a memorizar el libro y en las clases se limitaba a tomarnos las lecciones. Se ponía el texto delante y se aseguraba de que no descuidáramos detalle. Después de tantos años de oír la cantinela, había sido incapaz de aprenderse la vida y obras de ninguno de los autores. Algunos aprendimos a leer al revés con fluidez.
Nunca leímos un libro ni
hicimos comentario de texto alguno de aquéllos que memorizábamos.
Lo sagrado era el libro de texto. Y sus palabras, que había que
repetir literalmente. Nunca añadió observación ni circunstancia
nueva. Salvo dos: los innumerables seudónimos de Mariano José de
Larra, que anotamos al margen del libro de 6º, y la famosa sentencia
de Baltasar Gracián: “Lo bueno, si breve, dos veces bueno”.
Después he comprobado que nos la contaba incompleta. En realidad,
continúa: “…y, aún lo malo, si poco, no tan malo”.
Lo breve, en aquel
período, fue mi aprendizaje en Literatura. Y no por bueno. Menos mal
que yo conocía otra literatura, descubierta en la soledad de las
inquietudes infantiles. Me sacó de aquel pozo de insania la
extraordinaria profesora de Literatura Española de Preuniversitario.
Añado, como quien anota
al margen: algunos quieren retrotraernos a aquella enseñanza. Les
recuerdo que entonces no había malos profesores – ahora, sí- y
que, a los malos alumnos, se les corregía con durísimos castigos,
físicos muchas veces. Este párrafo va con sarcasmo, claro.
2.
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Se suele decir que este es el cuento más corto de la literatura universal. Lo escribió Augusto Monterroso, hondureño.
3.
Relato y corto lo he leído estos días entre las bitácoras. Aunque creo que era un crónica. Decía: “Feliz, ella vuelve a casa”. Se refería a Aminatou Haidar y lo escribió Maca, de la bitácora África. También pudo ser un relato premonitorio.
4.
A veces, relatos; a veces, sentencias; a veces, reflexiones; a veces, no se sabe qué, a veces. Calidad literaria, siempre. Y profundidad intelectual. En los escritos, a menudo breves, incluso, brevísimos, que encuentro con sorpresa cada día en tres bitácoras que sigo: Joludi, El día que estés muerto sabrás cuánto te quieren y La acequia.
5.
Tras la vileza del
Ayuntamiento de Orihuela y el ultraje del poetastro, he leído que
algunos quieren organizar un homenaje de desagravio a Miguel
Hernández. A los escritores los defienden sus obras. Y Miguel
Hernández no necesita defensores. A los miserables los definen sus
actos. Basta. ¿O se añadirá a la infamia el vampirismo?

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