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martes, 26 de enero de 2010

Breves

Alla breve



1.

Los hombres que a mí me gustan no saben llorar. Conocen el lenguaje de los cocodrilos. ¿O era al revés?

2.

La estupidez se gesta en la familia y se consolida en la escuela. En la casa se le dice al niño, poniendo cara bobalicona: “Mira, un guau”, en lugar de decirle: “Mira, un perro”.

3.

Cuando un perro dice “guau” ladra, es decir, se expresa en el lenguaje de los perros, pero no muestra admiración por su amo ni por nadie, por más que alargue su ladrido.

4.

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
- ¡Qué sintagma!
- ¡Qué polisemia!
- ¡Qué significante!
- ¡Qué diacronía!
- ¡Qué exemplar ceterorum!
- ¡Qué Zungenspitze!
- ¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró en su oído: "Cosita linda".
(Mario Benedetti, Lingüistas)

5.

No siento pena por los haitianos. Siento dolor. Me compadezco (de compadecer, padecer con). Me da la impresión de que sentir pena es una disposición nuestra a sentir aflicción por los que son inferiores a nosotros. Pobrecitos, vamos. Y nos gusta sentirnos buenos y bondadosos, intuyendo interiormente que quizás seamos unos canallas. Una forma de disfrazar el desprecio.

6.

¿Cómo se llama la última víctima del terrorismo machista? No, ésa no; la última. Es que ya van tres. ¿O son cuatro?

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