El
Proyecto de Ley de economía sostenible, presentado hace 4 días en
el Congreso para su debate, introduce modificaciones en la Ley
34/2002, de Servicios de la Sociedad de la Información, y en el Real
Decreto Legislativo 1/1996, del Texto Refundido de la Ley de
Propiedad Intelectual. Lo hace mediante la Disposición final
primera. Échesele un vistazo a esa disposición final (página 95 y
sgs); a la Ley de servicios, especialmente al artículo 8, que se
amplía, y al Decreto, especialmente al artículo 158, que se
modifica, y su Disposición adicional quinta, que se añade, para
entender la polémica que se ha generado estos días con la
publicación de un manifiesto bloguero. El nombre, Manifiesto por los
derechos de internet, se lo han puesto sus autores. Quizá también
ayude a entender la polémica que, entre sus redactores, se
encuentran representantes de Vocento, Radiocable, 20 minutos, la
información, Que, Instituto de Empresa, Escolar.net e Idealista,
ésta última una plataforma de intermediación en la compraventa
inmobiliaria. Y que González Sinde, la ministra, procede del mundo
del cine.
Se ha
dicho que es un manifiesto por los derechos de internet. Pero
internet carece de derechos, ni siquiera es una entidad jurídica.
Supongo que se refieren a los usuarios de internet, pero temo que
esconde el auténtico debate y disimula los intereses. El debate son
los derechos de los creadores y los de los usuarios. Los intereses
son los de quienes mercadean con los productos de los creadores, bien
porque propugnan su secuestro (v.gr., las discográficas que venden a
precios abusivos los cd’s), bien porque defienden el todo gratis.
Es como si en el conflicto de los tomates hurtáramos el debate entre
hortelanos y consumidores para centrarnos en la pelea entre
distribuidores y anarquistas, con la diferencia de que los
anarquistas son buena gente y desinteresados y los otros esconden
intenciones aviesas. ¿O es que alguien ha propuesto declarar los
huertos de libre acceso y disposición, para que cualquiera pueda
coger los tomates y llevárselos tranquilamente a casa para hacerse
la ensalada?
Se ha
dicho que las modificaciones propuestas en la ley de economía
sostenible irían contra lo determinado el artículo 20 de la
constitución, donde establece la libertad de expresión,
especialmente contra el apartado 5 del mismo artículo, que concede a
los jueces la decisión para cerrar un medio. Si esto fuera así, que
podría caber esa interpretación de la modificación propuesta, no
se entiende la revuelta porque la modificación moriría en el
tribunal constitucional. Y, en cualquier caso, la ley sólo ha salido
del gobierno y aún ha de recorrer todo el trámite de debate
parlamentario, hasta su aprobación definitiva y sanción.
Tengo,
en consecuencia, la impresión de que este debate es un falso debate
y que detrás de la revuelta están intereses muy distintos de los
intereses de los internautas y aún más distintos que los intereses
de los creadores, es decir, de la gente que produce obras e ideas.
Conozco
a un mecánico capaz de detectar la avería de un motor oyendo su
ralentí. Hace su presupuesto, repara y cobra su trabajo, antes de
devolver el coche arreglado. Y nadie discute eso, es su trabajo. Yo
tampoco lo discuto. También cobro por mi trabajo, vendiendo ideas
concretas o alquilándolas. Y tampoco nadie discute eso, es mi
trabajo, el trabajo de un asesor. Tampoco discute nadie que se cobre
a tanto el artículo publicado en un periódico o a tanto el mes por
intervenir en un espacio de opinión en la radio. ¿Por qué,
entonces, ha de ser de libre acceso un artículo o una idea que se
publica en internet? ¿Si se publica en internet ya no se tiene
derecho a ser remunerado? ¿Regalan los intermediarios inmobiliarios
los pisos que venden, regalan su intermediación? ¿Los regalan los
servidores de contenidos? Se es propietario de casas, de terrenos, de
coches, de barcos, de cualquier tipo de cosas, de libros, incluso, de
discos, también, y las leyes protegen con severidad esa propiedad.
Cualquiera es propietario del producto de su trabajo hasta que lo
enajena. ¿Por qué el producto de los creadores ha de ser patrimonio
de todos? ¿Para comerciar con ello, para modificarlo? ¿Acaso los
creadores no tienen boca para comer ni necesitan casa para dormir?
¿Cómo se garantiza la integridad de la obra? Y, sobre todo: ¿dónde
queda la cultura, si es que la cultura no se reduce, por este camino,
en un mero producto de consumo?
El
debate no es la revuelta del manifiesto ni la demagogia de mis
últimas afirmaciones o preguntas, tan demagógicas, por otra parte,
como el manifiesto. Un manifiesto de trapaceros, que simula ir en
defensa de los pobres usuarios, perseguidos por Zapatero. El debate
es la propiedad como derecho e internet como medio. El debate es el
derecho del autor a la integridad de su obra. El debate es la
frontera entre lo público y lo privado. El debate será, en último
término, el precio de los productos y de los medios e, incluso, los
medios mismos. Y el debate acabará siendo por qué un CD vale 20 €
y un blog, desde su creación, es totalmente gratuito. O quizá pueda
empezar por ahí: ¿por qué 20 €, por qué gratuito y por qué
esta revuelta? Por cierto: los grandes proveedores de internet han de
estar relamiéndose con la disputa.
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