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miércoles, 9 de diciembre de 2009

La revuelta de internet




El Proyecto de Ley de economía sostenible, presentado hace 4 días en el Congreso para su debate, introduce modificaciones en la Ley 34/2002, de Servicios de la Sociedad de la Información, y en el Real Decreto Legislativo 1/1996, del Texto Refundido de la Ley de Propiedad Intelectual. Lo hace mediante la Disposición final primera. Échesele un vistazo a esa disposición final (página 95 y sgs); a la Ley de servicios, especialmente al artículo 8, que se amplía, y al Decreto, especialmente al artículo 158, que se modifica, y su Disposición adicional quinta, que se añade, para entender la polémica que se ha generado estos días con la publicación de un manifiesto bloguero. El nombre, Manifiesto por los derechos de internet, se lo han puesto sus autores. Quizá también ayude a entender la polémica que, entre sus redactores, se encuentran representantes de Vocento, Radiocable, 20 minutos, la información, Que, Instituto de Empresa, Escolar.net e Idealista, ésta última una plataforma de intermediación en la compraventa inmobiliaria. Y que González Sinde, la ministra, procede del mundo del cine.
Se ha dicho que es un manifiesto por los derechos de internet. Pero internet carece de derechos, ni siquiera es una entidad jurídica. Supongo que se refieren a los usuarios de internet, pero temo que esconde el auténtico debate y disimula los intereses. El debate son los derechos de los creadores y los de los usuarios. Los intereses son los de quienes mercadean con los productos de los creadores, bien porque propugnan su secuestro (v.gr., las discográficas que venden a precios abusivos los cd’s), bien porque defienden el todo gratis. Es como si en el conflicto de los tomates hurtáramos el debate entre hortelanos y consumidores para centrarnos en la pelea entre distribuidores y anarquistas, con la diferencia de que los anarquistas son buena gente y desinteresados y los otros esconden intenciones aviesas. ¿O es que alguien ha propuesto declarar los huertos de libre acceso y disposición, para que cualquiera pueda coger los tomates y llevárselos tranquilamente a casa para hacerse la ensalada?
Se ha dicho que las modificaciones propuestas en la ley de economía sostenible irían contra lo determinado el artículo 20 de la constitución, donde establece la libertad de expresión, especialmente contra el apartado 5 del mismo artículo, que concede a los jueces la decisión para cerrar un medio. Si esto fuera así, que podría caber esa interpretación de la modificación propuesta, no se entiende la revuelta porque la modificación moriría en el tribunal constitucional. Y, en cualquier caso, la ley sólo ha salido del gobierno y aún ha de recorrer todo el trámite de debate parlamentario, hasta su aprobación definitiva y sanción.
Tengo, en consecuencia, la impresión de que este debate es un falso debate y que detrás de la revuelta están intereses muy distintos de los intereses de los internautas y aún más distintos que los intereses de los creadores, es decir, de la gente que produce obras e ideas.
Conozco a un mecánico capaz de detectar la avería de un motor oyendo su ralentí. Hace su presupuesto, repara y cobra su trabajo, antes de devolver el coche arreglado. Y nadie discute eso, es su trabajo. Yo tampoco lo discuto. También cobro por mi trabajo, vendiendo ideas concretas o alquilándolas. Y tampoco nadie discute eso, es mi trabajo, el trabajo de un asesor. Tampoco discute nadie que se cobre a tanto el artículo publicado en un periódico o a tanto el mes por intervenir en un espacio de opinión en la radio. ¿Por qué, entonces, ha de ser de libre acceso un artículo o una idea que se publica en internet? ¿Si se publica en internet ya no se tiene derecho a ser remunerado? ¿Regalan los intermediarios inmobiliarios los pisos que venden, regalan su intermediación? ¿Los regalan los servidores de contenidos? Se es propietario de casas, de terrenos, de coches, de barcos, de cualquier tipo de cosas, de libros, incluso, de discos, también, y las leyes protegen con severidad esa propiedad. Cualquiera es propietario del producto de su trabajo hasta que lo enajena. ¿Por qué el producto de los creadores ha de ser patrimonio de todos? ¿Para comerciar con ello, para modificarlo? ¿Acaso los creadores no tienen boca para comer ni necesitan casa para dormir? ¿Cómo se garantiza la integridad de la obra? Y, sobre todo: ¿dónde queda la cultura, si es que la cultura no se reduce, por este camino, en un mero producto de consumo?

El debate no es la revuelta del manifiesto ni la demagogia de mis últimas afirmaciones o preguntas, tan demagógicas, por otra parte, como el manifiesto. Un manifiesto de trapaceros, que simula ir en defensa de los pobres usuarios, perseguidos por Zapatero. El debate es la propiedad como derecho e internet como medio. El debate es el derecho del autor a la integridad de su obra. El debate es la frontera entre lo público y lo privado. El debate será, en último término, el precio de los productos y de los medios e, incluso, los medios mismos. Y el debate acabará siendo por qué un CD vale 20 € y un blog, desde su creación, es totalmente gratuito. O quizá pueda empezar por ahí: ¿por qué 20 €, por qué gratuito y por qué esta revuelta? Por cierto: los grandes proveedores de internet han de estar relamiéndose con la disputa.

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