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lunes, 1 de junio de 2020

Frap, franquismo y terrorismo




Al estado fascista de Mussolini lo combatieron los partisanos, no con gritos, con desprecios o cortes de mangas, sino con las armas en la mano. A tiro limpio y a bombazo limpio. Con sabotajes, con asaltos, con encerronas, con guerra de guerrillas,... con todo lo que estuvo a su alcance y atacaron todo aquello a lo que podían llegar, desde cuarteles, comisarías, centros oficiales,... a convoyes, transportes, patrullas, etc. Contra un estado que te arrincona con las armas sólo se puede combatir con las armas. Murieron soldados y murieron policías al servicio del estado fascista, y murieron partisanos. Y nadie dice que los partisanos fueran terroristas, puesto que el único terrorista era el estado fascista de Mussolini. Terrorista en cualquiera de las tres acepciones del DRAE, porque el régimen fascista italiano practicaba el terrorismo de estado. Los partisanos eran luchadores por la libertad, eran antifascistas y fueron considerados y exaltados como héroes al final de la II Guerra Mundial, donde lo que se ventilaba era justamente la libertad y la democracia.
Bella Ciao no es un himno terrorista, sino la canción que simboliza la resistencia y la lucha de los italianos contra el nazismo y el fascismo, y paradigma hoy de la resistencia contra la opresión y de la lucha de cualquier pueblo por la libertad y la democracia. A nadie se le ocurriría decir que sea una canción para enaltecer el terrorismo, aunque sí exalta la lucha antifascista.
Las Forces Françaises de l’Intérieur (FFI) fueron una organización que combatió contra el nazismo en Francia durante la II Guerra Mundial, proporcionando información de objetivos a los aliados y atentando contra las fuerzas alemanas de ocupación y las propias fuerzas francesas del Régimen de Vichy, subsidiario de Hitler. El resultado fue la muerte de muchos soldados y policías franceses y alemanes, y la muerte de guerrilleros. El terrorista era el estado alemán y el régimen colaborador de Vichy. Los guerrilleros eran patriotas franceses que luchaban por la libertad. A nadie se le ha ocurrido tildar a las FFI de terroristas, absolutamente a nadie, ni siquiera a los dementes ni a las malas personas, ni a los fascistas de Le Pen. Los héroes eran los guerrilleros, los otros sólo eran esbirros de un régimen genocida, fueran soldados o policías.
Los maquis lucharon contra el franquismo, fueron la primera resistencia armada contra el franquismo. A nadie, salvo a los propios franquistas, se le ocurre decir que fuera una organización terrorista. Quienes murieron bajo sus acciones armadas fueron defensores o protectores del franquismo, soldados, policías y, sobre todo, guardias civiles, empleados del estado terrorista, esbirros de Franco.
El franquismo fue una organización terrorista que dejó tras de sí más de 200.000 muertos, muchos de ellos en cunetas, fosas comunes, tapias de cementerios, sin identificar ni honrar, como merecen todos los muertos. Desde el primer día, desde el 17 de julio, cuando se produjeron los primeros fusilamientos en Melilla, hasta el último día de la vida del dictador, fue una organización criminal, que basó su dominio en el terror de la población y el exterminio del adversario. Lo dijo Franco y lo dijeron sus compañeros de aventura públicamente, está escrito, la Historia tomó buena nota de ello. “Estoy dispuesto a pasar por las armas a media España para conseguir mis propósitos”, afirmó Franco con desenvoltura ante un corresponsal británico el 29 de julio del 36. “Hay que sembrar el terror, eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros”, son palabras del General Mola.
Todos los que lucharon contra el franquismo, CCOO, PCE, PTE, ORT, MC, Bandera Roja, FLP, FRAP, etc, incluso ETA hasta finales de 1977, con las armas o sin ellas, con panfletos, con pintadas, con movilizaciones, siempre con su propio cuerpo como escudo, no constituyeron organización terrorista alguna, esa calificación estaba reservada por el franquismo, sino antifascistas, defensores de la libertad. El franquismo fue la única organización terrorista en España desde 18 de julio de 1936 hasta el 20 de noviembre de 1975, incluso hasta la aprobación de la Ley para la Reforma Política.
El hecho de que Carrero Blanco y Melitón Manzanas sean considerados víctimas del terrorismo, entre otros, que fueran condecorados los policías que asesinaron a Enrique Ruano, que Billy el Niño viviera rodeado de privilegios hasta el último día de su vida, que Martín Villa viva protegido frente a las requerimientos de la jueza Salvini, o que Manuel Fraga sea tenido por un padre de la democracia, cuando todos ellos son cómplices del régimen genocida, representa una grave anomalía histórica y una indignidad patriótica, que sólo puede ser consecuencia de las gravísimas insuficiencias con que se acometió la transición, lo que ha permitido apropiarse a la derecha, incluso al franquismo, la extrema derecha, del relato de los último 80 años de la historia de España, que han convertido a Franco, en palabras de Esperanza Aguirre, en socialista, y a los demócratas que lucharon contra él, en palabras de Cayetana Álvarez de Toledo, en terroristas. El desparpajo y la impunidad con la que se está moviendo la extrema derecha en España, sobre todo en los últimos tiempos, también tiene que ver con eso.
Insisto: en 40 años de historia sólo ha habido una banda terrorista en España, el franquismo, y unos terroristas, Franco y sus cómplices y camaradas, nadie más. El resto de los españoles sólo fuimos víctimas de la crueldad del régimen. Los que se atrevieron a enfrentarse a él sólo pueden ser considerados héroes.
Si este país no reconoce el papel de héroes de la libertad y la democracia a todos los que lucharon contra el franquismo, entre ellos a Javier Iglesias, José María Chato Galante y Lidia Falcón, por ejemplo, por poner tres nombres significativos, habremos perdido definitivamente la dignidad y el respeto, y nuestra democracia estará en manos de cualquier avatar que puedan inventar los mercachifles de la derecha, más dispuestos a refugiarse en la memoria de Franco que a respetar la voluntad del pueblo.

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