Al
estado fascista de Mussolini lo combatieron los partisanos, no con
gritos, con desprecios o cortes de mangas, sino con las armas en la
mano. A tiro limpio y a bombazo limpio. Con sabotajes, con asaltos,
con encerronas, con guerra de guerrillas,... con todo lo que estuvo a
su alcance y atacaron todo aquello a lo que podían llegar, desde
cuarteles, comisarías, centros oficiales,... a convoyes,
transportes, patrullas, etc. Contra un estado que te arrincona con
las armas sólo se puede combatir con las armas. Murieron soldados y
murieron policías al servicio del estado fascista, y murieron
partisanos. Y nadie dice que los partisanos fueran terroristas,
puesto que el único terrorista era el estado fascista de Mussolini.
Terrorista en cualquiera de las tres acepciones del DRAE, porque el
régimen fascista italiano practicaba el terrorismo de estado. Los
partisanos eran luchadores por la libertad, eran antifascistas y
fueron considerados y exaltados como héroes al final de la II Guerra
Mundial, donde lo que se ventilaba era justamente la libertad y la
democracia.
Bella
Ciao no es un himno terrorista, sino la canción que simboliza la
resistencia y la lucha de los italianos contra el nazismo y el
fascismo, y paradigma hoy de la resistencia contra la opresión y de
la lucha de cualquier pueblo por la libertad y la democracia. A nadie
se le ocurriría decir que sea una canción para enaltecer el
terrorismo, aunque sí exalta la lucha antifascista.
Las
Forces Françaises de l’Intérieur
(FFI) fueron una organización que combatió contra el nazismo en
Francia durante la II Guerra Mundial, proporcionando información de
objetivos a los aliados y atentando contra las fuerzas alemanas de
ocupación y las propias fuerzas francesas del Régimen de Vichy,
subsidiario de Hitler. El resultado fue la muerte de muchos soldados
y policías franceses y alemanes, y la muerte de guerrilleros. El
terrorista era el estado alemán y el régimen colaborador de Vichy.
Los guerrilleros eran patriotas franceses que luchaban por la
libertad. A nadie se le ha ocurrido tildar a las FFI de terroristas,
absolutamente a nadie, ni siquiera a los dementes ni a las malas
personas, ni a los fascistas de Le Pen. Los héroes eran los
guerrilleros, los otros sólo eran esbirros de un régimen genocida,
fueran soldados o policías.
Los
maquis lucharon contra el franquismo, fueron la primera resistencia
armada contra el franquismo. A nadie, salvo a los propios
franquistas, se le ocurre decir que fuera una organización
terrorista. Quienes murieron bajo sus acciones armadas fueron
defensores o protectores del franquismo, soldados, policías y, sobre
todo, guardias civiles, empleados del estado terrorista, esbirros de
Franco.
El
franquismo fue una organización terrorista que dejó tras de sí más
de 200.000 muertos, muchos de ellos en cunetas, fosas comunes, tapias
de cementerios, sin identificar ni honrar, como merecen todos los
muertos. Desde el primer día, desde el 17 de julio, cuando se
produjeron los primeros fusilamientos en Melilla, hasta el último
día de la vida del dictador, fue una organización criminal, que
basó su dominio en el terror de la población y el exterminio del
adversario. Lo dijo Franco y lo dijeron sus compañeros de aventura
públicamente, está escrito, la Historia tomó buena nota de ello.
“Estoy
dispuesto a pasar por las armas a media España para conseguir mis
propósitos”, afirmó Franco con desenvoltura ante un corresponsal
británico el 29 de julio del 36. “Hay que sembrar el terror,
eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen
como nosotros”, son palabras del General Mola.
Todos
los que lucharon contra el franquismo, CCOO, PCE, PTE, ORT, MC,
Bandera Roja, FLP, FRAP, etc, incluso ETA hasta finales de 1977, con
las armas o sin ellas, con panfletos, con pintadas, con
movilizaciones, siempre con su propio cuerpo como escudo, no
constituyeron organización terrorista alguna, esa calificación estaba
reservada por el franquismo, sino antifascistas, defensores de la
libertad. El franquismo fue la única organización terrorista en
España desde 18 de julio de 1936 hasta el 20 de noviembre de 1975,
incluso hasta la aprobación de la Ley para la Reforma Política.
El
hecho de que Carrero Blanco y Melitón Manzanas sean considerados
víctimas del terrorismo, entre otros, que fueran condecorados los
policías que asesinaron a Enrique Ruano, que Billy el Niño viviera
rodeado de privilegios hasta el último día de su vida, que Martín
Villa viva protegido frente a las requerimientos de la jueza Salvini,
o que Manuel Fraga sea tenido por un padre de la democracia, cuando
todos ellos son cómplices del régimen genocida, representa una
grave anomalía histórica y una indignidad patriótica, que sólo
puede ser consecuencia de las gravísimas insuficiencias con que se
acometió la transición, lo que ha permitido apropiarse a la
derecha, incluso al franquismo, la extrema derecha, del relato de los
último 80 años de la historia de España, que han convertido a
Franco, en palabras de Esperanza Aguirre, en socialista, y a los
demócratas que lucharon contra él, en palabras de Cayetana Álvarez
de Toledo, en terroristas. El desparpajo y la impunidad con la que se
está moviendo la extrema derecha en España, sobre todo en los
últimos tiempos, también tiene que ver con eso.
Insisto:
en 40 años de historia sólo ha habido una banda terrorista en
España, el franquismo, y unos terroristas, Franco y sus cómplices y
camaradas, nadie más. El resto de los españoles sólo fuimos
víctimas de la crueldad del régimen. Los que se atrevieron a
enfrentarse a él sólo pueden ser considerados héroes.
Si
este país no reconoce el papel de héroes de la libertad y la
democracia a todos los que lucharon contra el franquismo, entre ellos
a Javier Iglesias, José María Chato Galante y Lidia Falcón, por
ejemplo, por poner tres nombres significativos, habremos perdido
definitivamente la dignidad y el respeto, y nuestra democracia estará
en manos de cualquier avatar que puedan inventar los mercachifles de
la derecha, más dispuestos a refugiarse en la memoria de Franco que
a respetar la voluntad del pueblo.
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