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domingo, 29 de marzo de 2020

Covid-19, los miserables, la carroña y los carroñeros



Para el PP, también para C's, y ahora Vox, para la derecha en general, los muertos nunca fueron cuerpos de seres humanos, dignos por lo tanto de respeto, sino carne putrefacta sin nombre, carroña sobre la que lanzarse para convertirla en rédito político, o, en el colmo de la vileza, para conseguir un puesto bien pagado en la administración o en el parlamento. No ha habido tragedia que no hayan convertido en bandera con la que envolverse o de la que no hayan tratado de aprovecharse.
La prensa de la caverna tampoco le ha ido atrás. Durante años El Mundo pagó sus tiradas abundando en el bulo de que el 11M había sido cosa de ETA.
Pero ahora debería ser diferente. No por el número de muertos, que son muchos, pero no tantos como en otras cuestiones cotidianas, que, por ser habituales, tenemos por asumidas. Como indicamos en el último artículo: accidentes de trabajo o de carretera, fiebre común, guerras, Mediterráneo,... Porque nos jugamos un proyecto de país, el país mismo, la libertad, la democracia, lo que tanto tiempo, tanto sacrificio, tanto sufrimiento y tantas muertes, sí, tantas muertes, decenas de miles, nos ha costado. Lo que se trata de enterrar con los muertos del covid-19 es la democracia y el sistema de libertades que nos hemos dado.
Decíamos en el artículo del día 19, primero de esta serie sobre el covid-19: estos días toca pensar. Leer, meditar, hablar con los nuestros, mirar hacia nuestro interior por si tuviéramos algún roto que reparar y repararlo,... Y pensar. Pensar, sobre todo pensar. Porque cuando pasen estos días tendremos que pasar facturas y cobrarlas. Sin que falte factura alguna y sin dejar ninguna deuda pendiente de cobro. Cada uno tiene que pagar lo suyo. Nosotros ya pagamos lo nuestro y lo que no fue nuestro y lo seguimos pagando ahora, con más paro y más incertidumbre, con restricciones a la libertad, con cuentos. Los muertos del covid-19 son de los nuestros. Los que ponen su vida en peligro en esta pelea por la vida son de los nuestros. Los aplausos de las 8 son para los nuestros y los dan los nuestros. Las buenas palabras o las donaciones son monedas extraviadas en el bolsillo que no comprometen nada ni a nadie. El compromiso es de los nuestros. Así que toca desterrar los relatos, desenmascarar a los que escriben y difunden los cuentos y poner los hechos sobre la mesa, la verdad pura y dura, que es simple, para elaborar las facturas.
Al hombre lo mecen con cuentos”, decía León Felipe, y a nosotros nos están meciendo con cuentos, y no parece que sepamos todos los cuentos, estos cuentos, al menos, que se tejen y difunden con el relato del covid-19, y, aunque manidos y repetidos, no nos lo sabemos. Y sin sabernos todos los cuentos no vamos a poder preparar las facturas. Las facturas se confeccionan con hechos.
Dicen los miserables y carroñeros que se alimentan de los cuerpos de nuestros muertos:
1. La sanidad es una lacra y hay que acabar con ella, privatizarla entera (Vox), o la sanidad está mejor gestionada en manos privadas, porque es más eficaz (PP), y encargan la construcción de nuevos hospitales que acaban en fondos buitre con el resultado de menos camas, menos unidades UCI, menos profesionales y peor pagados que en la mayoría de Europa.
2. A los profesionales de la medicina hay que sacarlos del funcionariado y convertirlos en unos trabajadores más (Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid hace dos o tres días), cuando es el funcionariado lo que justamente garantiza la calidad y la independencia de los servicios que se prestan. Sin funcionarios, pasaremos a tener asalariados al servicio del partido político de turno en lugar de al servicio de la ciudadanía.
3. Las residencias de ancianos han de estar en manos privadas. Y lo siguen manteniendo después de la masacre que el covid-19 ha provocado entre los ancianos precisamente por ser entidades privadas o estar su gestión en manos privadas.
4. Los comedores, las lavanderías, las oficinas o los locales de atención o de servicio a los ciudadanos han de ser privados. Claro, y las prendas se devuelven sucias a los hospitales, los escolares se alimentan con menús de Rodilla y Telepizza, los análisis clínicos tardan más que nunca y las listas de espera se alargan y se alargan.
5. Nadie se quiere acordar ya de las mareas blancas, de las mareas marrones, de las mareas verdes, de las mareas... reclamando justamente la defensa de lo público, la sanidad pública, la escuela pública, más y mejores medios, más y mejor formación para los profesionales,... Y nadie se quiera acordar ya de las respuestas de quien gobernaba en cada sitio, normalmente la derecha, PP y JxCat, también PSOE en Andalucía, y las respuestas de los políticos despreciándolos y acusándolos poco menos que de peseteros, unos políticos muy bien pagados, como Esperanza Aguirre que, además, utilizaban los recortes para financiar las campañas electorales de sus partidos y para abrir jugosas cuentas privadas en los paraísos fiscales.
6. Los periodistas que han convertido el periodismo en una especie de andrajo a fuerza de difundir mentiras o retorcer verdades hasta romperlas, de manipular, de esconder, de construir relatos y espantajos. De llevar a sus programas analfabetos y ganapanes, aristócratas o toreros, como si fuesen especialistas en física cuántica para degradar el rigor y la honestidad intelectuales, y frivolizar sobre la realidad, como si los hechos pudieran ser objeto de mercancía y comercio. La putrefacción del periodismo. Por ejemplo: Ana Rosa Quintana, Eduardo Inda, Francisco Marhuenda, Jiménez Losantos, Susana Griso, Carlos Herrera, Mariló Montero, Álvaro Zancajo, García Ferreras, Pablo Motos, etc. Hay más, son muchos, las televisiones y las radios se han convertido en cuevas donde ha encontrado acomodo el relato y el antiperiodismo, donde a nadie le importa la verdad sino el impacto de la noticia o el comentario.
7. La tropa de tertulianos y comentaristas de toda laya, en general ignorantes, todos perezosos, que van a las mesas de debate como quien va a tomarse un café al bar de la esquina y hablan de lo divino y lo humano, de política o sociología, de psicología o medicina,... con suficiencia y arrogancia, como si fueran especialistas. En realidad, sólo asalariados de un pesebre que les paga para mantener un discurso.
8. Los políticos retirados, o apartados temporalmente, que han corrompido la política a cambio de sustanciales salarios: Aznar, González, los diferente exministros que se han ido colocando en las eléctricas, gasistas, despachos de abogados.
9. Los políticos mentirosos. Aquí que cada cual haga su lista, es larga, pero deberían estar apartados para siempre de la vida pública aquellos que, además de mentirnos, se ríen de nosotros, desprecian nuestra historia, la que hemos vivido cada uno de nosotros, o se inventan un currículo, personal o profesional, para deslumbrarnos, como aquél que exhibe una licenciatura en derecho sin haber estudiado la carrera.
10. La farsa de la debacle de bolsa, que no es sino un juego de posiciones para enriquecerse mañana, cuando los índices repunten, tras la representación de la farsa del optimismo, como ahora se representa la farsa del miedo a la catástrofe.
11. El rey, el rey emérito, Juan Carlos I, y el rey entronado, Felipe VI, parte de una trama de prebendas y corrupción que ha hecho metástasis en la monarquía entera, sin que se salve nadie, absolutamente nadie.
12....
Para todos ellos, los muertos del covid-19 y todos los muertos son una mercancía con la que comercian. O los enterramos a todos o ellos acabarán por enterrarnos a todos nosotros, y, antes que a nosotros, a nuestros sueños.

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