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jueves, 25 de agosto de 2011

Fuera de casa hace frío



O calor, mucho calor. Fuera de casa sólo aguarda el infinito calor del infierno. La condena eterna y el extrañamiento. Sin Iglesia no hay Cristo; sin esta Iglesia que yo presido no hay Cristo, o sea, no hay salvación, ha querido decir; sin la Iglesia que administran mis protegidos. Eso ha dicho(1) Benito XVI en la homilía de la misa de clausura del domingo, en Cuatro Vientos, a la que han asistido, al menos, un millón(2) de personas, con Aguirre, Botín, Rato, Jáuregui y Blanco, entre otros. Supongo que todos habrán entendido sus palabras porque estaban muy sonrientes: son personas leídas e instruidas, capaces de entender cualquier reflexión, por alambicada que sea. Tengo ciertas dudas respecto a Blanco, que no fue capaz de terminar la carrera de derecho.


Uno

He publicado a lo largo de estas semanas unas historias que he dado en llamar de verano. Escritas un poco a vuela pluma. Son historias reales, vividas en su día en primera persona. Es verdad que había, que hay, como cuenta la segunda historia, un pueblo con mil habitantes, si se incluyeran en el censo los animales. Es verdad que hay una iglesia, parecida a la de la fotografía, aunque no idéntica, y es verdad que se llenaba los domingos para la misa de doce. A la misa de ocho iba menos gente. Incluso, cuando se empezó a decir misa los sábados por la tarde, en la misa de doce la iglesia se ponía repleta. Se podía decir que casi todo el pueblo iba a misa. En aquella iglesia, como era nueva, el altar miraba hacia la gente, de acuerdo con el Concilio Vaticano II. Durante la semana, el monaguillo o las cofrades de la Hermandad de la Virgen se encargaban del rezo del rosario. A esta celebración iba poca gente, aunque podía escucharse en todo el pueblo gracias al sistema de megafonía instalado en la torre de la iglesia. El sábado ya lo rezaba el párroco, un fraile trinitario que venía de la cabeza de partido. La iglesia era espaciosa y cabrían 500 o 600 personas. En las fiestas señaladas, en la misa del gallo o en semana santa se ponía literalmente a reventar: se ocupaban bancos, pasillos, capillas e, incluso, el atrio, desde donde la gente seguía el acto. El coro (hay un coro, sí, de unos 80 m2) también se llenaba en las fiestas con el grupo de muchachas y muchachos, sobre todo muchachas, que cantaban los cánticos de las fiestas, junto con las cuatro o cinco voces aceptables de la Hermandad. No sé si por fe o porque el franquismo imponía cierto respeto, supongo que por una mezcla de ambos. La fe y el franquismo iban de la mano entonces. O el temor dominaba las conciencias.

La historia de los luteranos y el fraile recriminándolos por los altavoces es verdadera.

Ya conté que aquellos colonos no cambiaron su fe, eran cristianos, es decir, también creían en Jesús, como el fraile trinitario, pero no eran católicos. Venid a la única casa del Dios Verdadero, venid a su Iglesia, decía aquel fraile a los protestantes por los altavoces. Tras las palabras de Benito XVI, temo por su vida eterna, si es que el dios de Benito XVI no desdice sus palabras.

La iglesia sigue donde estaba. Muchos colonos se fueron y llegaron otros nuevos. Ya no se dicen misas los domingos. Quizás en algunas fiestas principales, de esto no tengo datos. Ni siquiera sé si se celebra la fiesta de la Virgen; desde luego, no la de San Isidro, el 15 de mayo. La última vez que estuve por allí visité la iglesia, que mostraba signos de abandono, y empujé la puerta de acceso a la escalera del coro y el campanario, pero no pude abrirla. Las heces de las palomas, que habían anidado en el campanario y en los rincones de la escalera, la habían bloqueado.


Dos

Si volviera a nacer Lutero, dudo que persistiera en colgar las 95 tesis sobre la eficacia de las indulgencias en la puerta de la Iglesia de Todos los Santos, en Wittenberg, Alemania. Quizás eligiese la Catedral de la Almudena, en Madrid, España. O una portada del periódico ABC, si ABC no ejerciese de censor. O quizás optara por no colgar nada. Quizá descubriera que el papa Benito XVI ya ha completado la reforma que inició Juan Pablo II, camino de un neocalvinismo articulado en sectas, como el Opus Dei, los Legionarios de Cristo o Camino Neocatecumenal.

Digo neocalvinismo y creo decir bien, porque no hay salvación sino a través de la fe, que es un don de Dios(3), es decir, una regalía que concede Benito XVI a algunos habitantes de este mundo.

No se puede seguir a Jesús fuera de la Iglesia. Ernesto Cardenal, Leonardo Boff, la Asociación de Teólogos Juan XXIII y la parroquia de San Carlos Borromeo (Entrevías, Puente de Vallecas, Madrid) no son la Iglesia. Botín, Franco, Pinochet y la vidente de las apariciones de la Virgen en Prado Nuevo (El Escorial, Madrid) sí son la Iglesia.

No es un tema de fe ni de creencias, sino de poder. El poder absoluto cierra su círculo. El calvinismo concedía a dios la decisión “caprichosa” de salvar o condenar a los hombres. Ese poder lo pone el benitismo en manos del monarca absoluto de Roma que se convierte así en el monarca absoluto del universo. Él determina el dios verdadero, la religión verdadera, la iglesia verdadera y el verdadero camino de la salvación. No hay caminos, sino mi camino, viene a decir el señor de todas las almas en Cuatro Vientos. ¿No era esto, junto con la depuración de la raza, una de las tesis del nazismo?

Pues bendito sea Benito.

Amén.


NOTAS:

1. Son las 19,50 horas del domingo, día 21 de agosto, cuando escribo esta entrada. Un extracto de las palabras del Papa lo he leído en las web de TVE, Público y El País. No termino de dar crédito a los extractos y he buscado el texto completo de la homilía de Benito XVI. Lo tengo delante de mi, son dos páginas en A4, a las que acompañan algunos comentarios laudatorios. Se puede ver con puntos y comas aquí. Sigo sin dar crédito a lo que leo. Dejaré reposar estos comentarios unos días por si hubiera perdido el entendimiento.
2. Es la cifra de El País. Público habla de dos millones. Teniendo en cuenta los criterios que utilizan para contar los asistentes a las manifestaciones sería preciso haber ocupado, al menos, una superficie de 500.000 m2, es decir, un cuadrado de 2.250 metros de lado. Véase la zona de Cuatro Vientos en cualquier mapa y háganse las deducciones correspondientes.
3. A continuación debería ir un análisis de la homilía(4), pero he desistido, finalmente, de redactarlo. Esto es una bitácora, no es un tratado. Es una entrada, no es un ensayo. Y yo no me siento capaz ni con fuerzas de entrar en disquisiciones que les corresponden a otros. Benito me ha desinflado. Hace mucho calor y prefiero dedicar las pocas luces de mi cerebro a tareas más provechosas. Si el Papa y su iglesia han decidido inmolarse, allá ellos.
4. Del latín homilia, y éste del griego ὁμιλία, conversación, según el DRAE. Pero hay una etimología mucho más interesante. Así homilía significaría agrupar soldados. Viene de homos, poner juntos, y de ile, tropa. Esta última es también la raíz griega de milicia (miles, milites) y militar.

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