
Desierto de Atacama (Chile)
En las primarias del PSOE de Madrid
no se enfrentaban las bases contra el aparato central, ni los hijos
del pueblo contra los profesionales de la política. Si fue así, ha
habido empate técnico. Pero no fue así. Esa fue la lectura que se
ha querido ofrecer desde una de las partes, mientras, desde la otra,
se recurría a la dictadura de las encuestas. En realidad se han
enfrentado el populista y la tecnócrata. Aparentemente, en
interpretación torticera de las partes, el hombre surgido de las
oscuras bases del pueblo con la mujer contrastada por la
nomenclatura. Ni propuestas ni alternativas, ni opciones ni
programas. Los políticos han estado ausentes. Un político tiene un
modelo de sociedad y hace propuestas de acuerdo con ese modelo. El
problema es que hoy se carece de modelo, nadie tiene un modelo de
sociedad, o no tiene un modelo de sociedad alternativo al vigente.
Unos y otros, populistas y tecnócratas, izquierda y derecha, se
limitan a gestionarlo; incluso, la izquierda que se reclama más
radical, como IU, o los sindicatos. Nadie pone en entredicho el
sistema, se limitan a parchearlo o, en el mejor de los casos, a
corregirlo, a intentar corregirlo. Hoy, todos son reformistas. En el
sentido que esta palabra tenía entre los viejos teóricos de la
revolución.
Nada serio se ha debatido en esas
elecciones. Tacticismo cortoplacista, mezquindades de andar por casa.
Nada de política.
Quienes hoy se alegran del
resultado, desde los periódicos a las radios, desde los blogs a las
barras de los bares, evidencian su regodeo en la venganza: le tenían
ganas a Zapatero. En el resultado no hay una razón política.
Zapatero se ha convertido en enemigo de todos o todos lo han
convertido interesadamente en su enemigo. No hay nada mejor que un
enemigo para ocultar las vergüenzas. Y encima ha aumentado el
desempleo.
No debiera extrañarse nadie, ya
hubo quienes se alegraron con el éxito o el fracaso -¿éxito o
fracaso?- de la huelga general del 29S, y se aprovecharon de las
rencillas de la izquierda para proponer el ocaso revolucionario y la
caducidad de los sindicatos.
Si nadie lo remedia, tras las
próximas elecciones locales, Aguirre y Gallardón seguirán
gobernando Madrid, y, tras las siguientes generales, nos gobernará
Rajoy. En Valencia seguirá Camps y en Murcia seguirá Valcárcel. Es
decir, los neocon y los pillos. Las elecciones consolidarán el
respaldo a los chorizos y el giro conservador. La crisis la habrán
cobrado quienes la provocaron.
El tema más inmediato no es Gómez
o Jiménez. El tema urgente tampoco es una izquierda u otra
izquierda, PSOE o IU. Ni siquiera izquierda o derecha. El tema es y
era políticos o imbéciles. Y estamos en manos de los imbéciles, no
hablo de la derecha, ya sé que la derecha se ancló en el siglo XIX,
hablo de la izquierda, también de la llamada unida, IU. La izquierda
es el desierto. Ni una idea. Se trata de la dictadura de los
imbéciles, una forma más radical de llamar a los ineptos e
incapaces. El tema es nuestro fracaso, el de toda la sociedad, la
derrota de la política, la derrota de la sociedad que ha encumbrado
a los imbéciles, incapaz de encontrar respuesta a los retos de la
nueva era, que evidenció la crisis, desatada por la derecha y los
conservadores.
Es el tiempo de los políticos
mediocres e ineptos, de los anodinos e inútiles, de gentes incapaces
de hilar dos ideas seguidas y con sentido. Aunque quizá no sea sólo
la mediocridad de los políticos, sino la mediocridad de la sociedad
entera (repasemos mentalmente la parrilla televisiva y sus iconos),
los políticos reflejan esa mediocridad general, son su expresión,
la punta de ese iceberg.
Si uno, por curiosidad, compara las
lista de quienes firmaron en su momento los Pactos de la Moncloa o
elaboraron la Constitución Española, con la lista de quienes hoy
protagonizan la política española, puede llevarse un chasco, y
llegar a sufrir ansiedad o desazón. ¡Qué diferencia! No resisten
comparación. Es como comparar la universidad con el parvulario e,
incluso peor, en muchos casos, con un centro penitenciario. En la
cárcel de Carabanchel, en aquella época, había gente más decente
y capaz que la que forman hoy el gobierno de Valencia o la ejecutiva
del PP, por ejemplo. Pareciera que el país se ha degradado, que
hubiéramos ido cayendo en la incuria y la inutilidad. Lo hemos
degradado, lo hemos empujado por la pendiente del abandono.
Sinceramente, no hay por donde cogerlos. Que es como decir, para
nuestra vergüenza y desolación, que no hay por donde cogernos,
porque tenemos los políticos que hemos decidido tener. No otros,
éstos.
Compárese el primer gobierno de
Zapatero con el actual, nombre a nombre. Podemos encontrar en éste
gente de "importancia" que ha sido incapaz de acabar la
carrera de derecho o cuya experiencia profesional se limita a unos
meses de prácticas en la banca. No busque a nadie capaz de elaborar
una propuesta innovadora, esos fueron cuidadosamente separados.
El fanIUClub arremete contra
Zapatero, pero soporta a Cayo Lara, cuya mayor hazaña ha sido el
zafarrancho en IU, vaciarla de los pocos competentes que quedaban, y
entregarla a los garbanceros. ¿Alguien, en su sano juicio, cree que
Cayo Lara representa la alternativa de algo? Ni siquiera se parece a
los viejos obreristas, que veían derechistas por todas partes, es
más torpe que el más torpe de todos ellos.
Recuerdo un debate, si es que puede
llamarse debate, cuando se produjo la renovación del Comité Central
del PCE y Elvira Lindo escribió una columna comentando el nivel de
los elegidos. Se acabó convirtiendo en el viejo debate contra los
antiguos enemigos de la revolución, puro arrebato estalinista. En el
fondo, tenía razón Elvira Lindo, porque ella hablaba sólo de
mediocres.
Ya sé que debemos combatir los
personalismos, pero sin personas no se acometen las tareas.
No, ni Gómez, ni Jiménez, ni
Blanco, ni Zapatero, ni Cayo Lara,... No, políticos, reivindiquemos
a los políticos, gentes con la generosa capacidad de las ideas.
Hagamos por que vuelvan los políticos, gestémoslos. Necesitamos
políticos. Es decir, propugnemos el debate, la confrontación de
ideas, sólo ideas. Lo que leo y oigo desde hace tiempo no tiene nada
que ver con las ideas.
Abogo por la revolución de los
capaces. Nuestro reto es alumbrar a los capaces, aunque eso exige
compromiso. O nos comerán los imbéciles si es que antes no nos han
comido los chorizos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario